“La guerra que hemos elegido no termina ni empieza en el «campo de batalla», en el momento del conflicto. Nuestro objetivo, la erosión; nuestro aliado, el caos. Nuestro enemigo, las ansias por control, eterodeterminación y condescendencia. La única razón para replegarse, la elección de otro momento y lugar para el ataque.”
Comunicado del 13/10/2012:
Mucho tiempo ha pasado entre el ayer y el hoy, aunque en esta desafortunada pero aun noble tierra fertilizada con los restos de tumefactos cadáveres y sangre estéril no germine hoy ninguna flor virginal y perfecta, creada con espiritualidad y pureza.
El reino capitalista moderno, con sus muchos inconvenientes, ofrece una ventaja real: cada día produce decenas de nuevas razones para actuar contra él, para desestabilizar sus infraestructuras y golpear sus cimientos con el objetivo de su caída final. Aburrimiento, alienación, depresión, pobreza, empobrecimiento, miseria…: aspectos de la misma realidad. De la misma aburrida repetición diaria que corroe las relaciones interpersonales y las covierte en algo secundario, de mucha menor importancia que las «oportunidades» que se nos dan para alcanzar los más altos niveles de la jerarquía económica y social.
Hablando de aquellxs que no se las apañan demasiado bien para ascender en dicha jerarquía, vale la pena que lidiemos primero con el esclavo moderno. Le caracteriza la sonrisa falsa, los ideales harapientos y la sumisión voluntaria. Se trata de la persona promedia en la era de la soberanía capitalista. Las masas contemporáneas están compuestas por personalidades huecas que intentan ocultar la inestabilidad de su existencia con artificiales necesidades materialistas. Esta mayoría aturdida no hace otra cosa que dedicarse a «cazar la zanahoria». Todos están dispuestos a pisotear cadáveres con el único objetivo de conseguir prestigio social. Equipados con cuidado por su propio pellejo, eligen comprometerse a crear una carrera exitosa esperando -en muchos casos, incluso, exigiendo- que el Estado mantenga la paz, el orden y la seguridad. También está la muchedumbre, «la plebe», lxs oprimidxs, lxs condenadxs y lxs marginales. La clase social baja, sin ejemplificar forzosamente alguna característica común de lo anterior, la pobreza les arrastra o a la apatía y el ombliguismo o a la delincuencia.
Finalmente, tenemos también a los «luchadores» que participan en diversos aparatos políticos, que trabajan casi exclusivamente para incrementar la cifra de seguidores. Mientras se consumen en eventos de politiqueo, se olvidan de resultar lo más mínimamente dañinos para el modelo político y económico existente. Acaban por casi no diferenciarse de los políticos sistémicos del congreso de ratones. Hay que tener en cuenta que la combatividad no es, de forma determinista, resultado de las circunstancias sociales y económicas, como apresuran a señalar una y otra vez los obrero/anarco-paternalistas. Al contrario, se trata principalmente de una cuestión de elección personal. Nosotrxs, lxs quebrantaleyes, no percibimos el concepto de clase como ente social unitario e indivisible que debe su consistencia a algún interés financiero interno. Lo que une a lxs Combatientes, lxs Insubordinadxs, lxs no integradxs -es decir, nuestra unidad de clase- es la dignidad que cada unx de nosotrxs posee y el compañerismo entre nosotrxs.
Somos esxs molestxs que caminan constantemente entre los imperturbables.
Tras décadas de avance del capitalismo delineando el modelo social descrito, se ha establecido un entorno explosivo que consiste en un suelo fértil por la desestabilización del «orden establecido» desde abajo. Sobre este hecho, contamos con un sinfín de reflexiones. Pero como anarquistas de práxis, preferimos expresarnos a través de nuestras acciones. Somos lxs que el miércoles, 10 de octubre, atacamos con artefactos incendiarios la sucursal de la cadena de supermercados AB Vasilopoulos en la esquina de la calle Laodikias con Nymfeou, y la sucursal de Hellenic Postbank en la intersección de las calles Panormou con Achaia el viernes, 12 de octubre. Somos lxs que rondan las calles día y noche en busca de una vida intensa. Con nuestras acciones, buscamos la desintegración de la vida pública, el derrocamiento de todas las relaciones sociales. Nuestros apetitos revolucionarios son nuestra vida. Somos guerrillas urbanas porque nos seduce el fuego. No dudamos en vivir más allá de las leyes del Estado y la sociedad. Implacablemente agresivxs, somos la dinámica de una realidad distinta.
Nuestro objetivo es todo aquello que sea un obstáculo a nuestro deseo de vivir libres. Queremos apalear a los maderos que patrullan la ciudad y quemarles (otra vez) los coches (los patrulla y los personales). Robar y reventar la casa del político, del periodista, del director del banco y de su empleado. Queremos reventar los huesos de los fascistas de los batallones de asalto. Quemar centros comerciales y supermercados. Atacar cada empresa relacionada con la construcción, mantenimiento y gestión de los «centros de recepción de inmigrantes», de las celdas de aislamiento (en Korydallos o donde sea) y de las cárceles en general. Volar por los aires cada administración pública. En la próxima manifestación, queremos encapucharnos y causar disturbios, pintar consignas en las paredes. Pero, sobre todo, no descansaremos hasta haberles arrancado las tripas con nuestras propias manos a todos los guardahumanos y haber destruido el último de los muros que mantiene presxs a nuestrxs hermanxs en todo el mundo.
La guerra que hemos elegido no termina ni empieza en el «campo de batalla», en el momento del conflicto. Nuestro objetivo, la erosión; nuestro aliado, el caos. Nuestro enemigo, las ansias por control, eterodeterminación y condescendencia. La única razón para replegarse, la elección de otro momento y lugar para el ataque. Cientos de formas y múltiples caminos hasta la eliminación del servilismo. Aquello a lo que aspiramos nos hace ser lo que somos. Armamos el fuego y el hacha con nuestra razón y, ante un mundo de placer revolucionario, lo único que tenemos que perder es el aburrimiento.
Saludamos con todo el corazon a lxs amigxs de la Célula Insurreccional Mariano Sánchez Añón (CI-MSA) y de la Manada de Lobxs en Rusia y al Núcleo de la Cólera, así como al Núcleo de Conspiradores por la Extensión del Caos en Buenos Aires. ¡Esperamos tener noticias vuestras pronto!
Levantamos el puño por cada encerradx en las celdas de la democracia que se hace presente, firme en su palabra y autodeterminación revolucionaria. No pasa ni un día sin que pensemos en vosotrxs.
Siempre decididxs a movilizarnos contra todos los que nos quieren ver con cadenas y bozal. Somos peligrosxs porque somos flexibles.
Frente Revolucionario Internacional
Conspiración de Células del Fuego
Grupos Revolucionarios por la Dispersión del Terror
[Sacado de es.ContraInfo.espiv.net]