Premisa
“El 12 de mayo me someterán a un proceso, por robo con agravante, después de haber sido puesto en libertad con la prohibición de residencia.
Yo le dije al abogado que rechazaba la defensa, pero me comentó que él tenía que hacer su trabajo.
No obstante yo no haya firmado nada, y haya admitido el robo, en mi experiencia, así como en la investigación continua y anti-jurídica, en el aula ante el juez y la policía, yo era considerado un “derecho”.
Como “derecho” lo es también la prohibición de residencia, aunque yo no elegí nada.
Como punto de debate, sin poner ningún límite a un “límite”, hay que preguntarse si, en caso extremo, la rebeldía y fuga y la evasión son una forma de negación total”.
Catapultado en una ausencia presente, y en una forma estática en la realidad existente, termino en el fondo de la profundidad, adentro de una oscura celda de redención.
Qué veo? Y veo con mi “vista”?
Puedo escuchar y/o oír si pierdo la perspectiva?
Mis pies y mis piernas mitigan, en un vacío absoluto de percepciones, el subseguirse de eventos con un movimiento compulsivo.
Es como si mis piernas tengan un papel importante en el movimiento. Pero, sigo siendo yo mismo mientras que muevo mi cuerpo?
Entro a las celdas de la redención un sábado a la tarde, pero después de unos minutos que parecen sin fin ya no sé a qué punto estoy, ni cuántos minutos pasaron.
Comprimido por una fuerza que produce una subordinación inducida, miro las paredes-en las cuales son impresas imágenes dibujadas con sangre o vómito de “los que me precedieron”.
Momento tras momento- en un instante inmueble, empiezo un acto de despersonalización, envuelto en la ausencia de cualquier perspectiva, adentro de una celda de seguridad.
.
Oigo una voz que parece venir de un mundo de alusiones imaginativas.
Oigo y qué oigo en ese oír?
La voz me llama y me pregunta “necesitas algo?”
En las celdas de redención no hay nada salvo una cama de hierro cubierta con sábanas rancias.
Sí, hay algo más, está arriba, y es una especie de caja cerrada de donde viene la “voz”. Este tipo de reliquia contiene luces siempre encendidas y un micrófono a través del cual uno puede hacerse escuchar.
“Sí”, le digo, “tengo que ir al baño.”
En la celda de la redención sólo estoy yo y las cuatro paredes que desprenden el olor soporífero de la redención.
Afuera de la celda estática, hay un pasillo que da sobre ambos lados a jaulas altas hasta el techo.
Y también hay grandes luces de neón que carcomen los momentos en los cuales la mirada se anima a buscar “algo” que ver.
Vuelvo a entrar y empiezo a oír ruidos que no paran.
Pienso: “lloverá?”. Luego me doy cuenta de que no lo puedo saber, de ninguna manera, pero a la vuelta de mi anterior salida de la celda descubro que es el agua de la taza del inodoro que da vuelta in un círculo continuo y nunca se detiene.
Silencio. La nada forma la temporaneidad del silencio en una distorsión del tiempo.
En las celdas de redención el silencio se apoderó de la voz del “ser”, y la apretó en un torno en el cual en un momento el silencio da vida a pesadillas de formas estratificadas capaces de erradicar experiencias y quitar la vida, en lo que está experimentando.
La duermevela es el sueño que mueve la realidad alrededor de la habitación redentiva.
Pero en las celdas de redención existe un “alrededor-en torno a”?
La duermevela se genera entre continuas apariciones de imágenes, en un mundo poblado por un sinfín de visiones que aparecen y desaparacen.
Me doy vuelta, estoy echado sobre un lado de mi cuerpo para no sentir demasiado dolor en los huesos, ya que la cama de hierro ejerce una fuerza sobre mí-mismo-individuo.
Oigo la voz de nuevo-”arriba” mío: “Qué necesitas?”
La llamé?
No puedo distinguir entre lo que oigo y lo que veo escuchando.
Escucho abrir la espesa puerta de hierro y llega una figura fantasmal, de uniforme, que me mira a la cara y que debe de tener algo anormal.
Me preguntó: “quieres comer?”
En las celdas de redención no se puede comer, y aunque no tengo hambre, consumo la comida rancia adelante del policía, si bien su presencia me molesta bastante.
En un continuo bajar y levantar la cabeza de este acto despersonalizante tengo una especie de intuición, y pregunto al policía qué hora es:
“Son las 17:50″, me contesta.
“Ah, yo creía que eran las 2 de la mañana”, le respondo.
Estaba seguro de que así fuera, luego de haber tratado de contar el tiempo que transcurrió desde que entré en las celdas de la redención.
Adentro, en la celda, y llegado un determinado momento, la imaginación se dispara por todos lados.
Antes de salir y en un modo casi amable el policía me dice: “Trata de descansar.”
“Ah, sí, descansar?!” pienso.
La puerta blindada se cierra produciendo inhalaciones de embotamiento en mi cuerpo prisionero.
Trato de caminar para moverme un poco pero el frío es agudo, y también hay un ventilador que nunca se detiene.
Me hundo en la profundidad y en las grietas de las celdas de redención.
Silencio .. escucho unos golpes, “Quién es?” me pregunto. Creía que estaba solo- mientras atravesaba el pasillo vi tres celdas vacías- pero descubro que llegó- sin que yo lo haya escuchado- alguien que se queja y quiere ir al baño.
Aprovecho este momento para ir yo también, y para ver quién es mi coinquilino momentáneo, pero nada, uno a la vez – la expiación es continua y se convierte en el ayuno del pensamiento.
Solo- hasta haber expiado totalmente.
Vuelvo a la celda y me acuesto, no puedo hacer otra cosa.
Me quedo dormido entre continuas duermevelas, o ¿es la duermevela que es mi sueño?
En algún momento veo en el revestimiento de la manta rancia, entre los pliegues, un estampado de color marron, una representación de cráneos y esqueletos, dispuestos en varias posiciones.
Estoy despierto, o no?
Con un brazo me cubro los ojos, para aliviar los dolores de cabeza que las luces siempre encendidas me producen, en su efecto continuo de despersonalización y en un instante del cual no tomé consciencia que pudo haber pasado oigo otra vez una voz.
Esta vez no viene de arriba, está a mi alrededor.
Pero me parece reconocerla, es la de Maurizio, mi contraparte nihilista-egoísta, y me dice en una serie de referencias:
“Cerbero vigilia las puertas de tu Infierno personal”.
Estoy despierto?
ganada en el cuerpo sólo por la Fuerza:
“El vacío redentor
Desnuda la vida de los atrevidos
en un exceso reincidente y cegador
de una muerte blanca y luminosa
ahora escucha
en un cansancio individual
aquel Cerbero que vigila
las puertas de tu Infierno personal”.1
1 Da “La Fatica”; Maurizio De mone
“Mauricio?!” llamo, no escucho nada.
Estoy despierto?
Me río, siento un calor en la base de mi frente, en un momento de loca lucidez, pero así como llega se va, y ahora, como una sombra que baja, escucho nuevamente el agua del inodoro que no para nunca..
Ahora me siento gotas de agua en el proceso de nuevo, nunca se detiene..
Pero a mi alrededor, en las grietas de las celdas de redención, el silencio envuelve las paredes - y yo me vuelvo a dormir en una pesadilla sinfín.
Cuando salgo para ir a mear, te traen la comida y pregunto la hora: “son las 19:00″, me dice el policía.
Mañana me espera el proceso, y en este momento estático pero móvil, pienso en lo que le diré al abogado de oficio que me asignaron, sin que yo haya elegido tenerlo.
“Rechazo el derecho”, eso es lo que le diré.
En las siguientes horas mis pensamientos se retuercen en una miríada de fragmentos de intuición sico-actitudinal.
A la mañana me despierto y voy a juicio, hasta último momento quería oponerme pero mi fuerza está limitada y no me permite elegir.
Las esposas me aprietan las muñecas remarcando el acto despersonalizante y la luz persistente me invade a través de una serie de reflejos..
En las celdas de redención viví pasedillas o realidad?