Imprimir
Enviar
Comunicado:
En la noche del 24 de enero del 2011 nuestra célula visitó la granja más grande de chinchilla (y una de las pocas) en Italia: La granja de chinchillas Pegoraro, ubicada en Campo San Martino (PD).
Dentro de un cobertizo en el patio trasero de la familia Pegoraro, cientos de chinchillas se crían en jaulas de malla alambrada para ser asesinadas, extraerles la piel y convertirlas en un abrigo. Esta granja también se ocupa del bronceado y la venta directa de las pieles.
Desde nuestra primera visita nos dimos cuenta que para entrar en el cobertizo tendríamos que entrar por una ventana de unos cuatro metros de altura, y pasar a través de barras y plexiglás que nos separaba de los animales.
Debido a que la distancia entre las barras era lo suficientemente grande como para pasar nuestros cuerpos y una escalera, la noche de la acción seguia siendo difícil encontrar la manera de reducir la ventana de plexiglás con el menor ruido posible, ya que la granja estaba en una zona residencial a unos veinte metros de la casa del propietario y las otras casas de los vecinos.
Durante cerca de media hora, en cuclillas sobre un techo laminado bajo la ventana, cortamos un pedazo de plexiglás, calentando una cuchilla con la ayuda de un soplete a gas para fundir el plástico y realizando el corte menos ruidoso.
Con el corte completo, con la respiración contenida, se dio un último tirón al pedazo de plexiglás, que salió con un crujido fuerte: mirando por la ventana hacia el interior del edificio, vimos cuatro largos pasillos de jaulas, cada una compuesta de tres filas de las jaulas apiladas una encima de otra.
Después de esperar un minuto para estar seguros de que no despertamos a alguien, metimos una escalera en el pequeño orificio que habiamos cortado y dos de nosotros entramos al cobertizo.
Dentro de la granja todo era muy malo, muy sucio y el olor a orina y heces de los animales era afixiante. Muchas de las chinchillas tenían un collar que las mantuvo en un constante estres al intentar cortarlo pasando a dañar su preciosa piel. Una vez que los collares fueron retirados, muchas de ellas tenían lesiones en el cuello.
Debido a la demora en el corte de la ventana, teniamos que actuar lo más rápido posible. Abrir las jaulas, llenar las bolsas de los animales, subir la escalera, y pasar la bolsa por la ventana a quienes que estaban en el techo para sacar a los animales. Y a continuación, hacerlo todo otra vez, sin parar ni un segundo. Hemos elegido sólo a las hembras… para detener la reproducción y arruinar las líneas genealógicas que Pegoraro había creado durante muchos años.
En media hora hemos liberado a 53 chinchillas, las cargamos en nuestro vehículo y las llevamos a una nueva vida donde ya no estarán obligadas a criar y no seran piel de una inútil y sangrienta moda. Antes de salir, también dejamos escrito firmado FLA en la pared exterior de la granja.
Dedicamos este comunicado a todos los que han decidido actuar en persona, sin delegar a la espera de un tiempo que nunca llegará. Porque que estamos luchando por una alteración radical de este sistema, el desmantelamiento del antropocentrismo y el colapso de la civilización. Las opciones de vida, las protestas y las acciones pueden ser caminos para llegar al mundo libre que tenemos en nuestros corazones, en contraste con el mundo en que nos encontramos, en el desgarrador grito de dolor, las jaulas, la explotación y la opresión. No aceptamos la idea especista que los animales son objetos de nuestro consumo (pieles, comida, entretenimiento, investigación) y que estamos dispuestos a arriesgar nuestra libertad para destruir la explotación y el encarcelamiento y para rescatar a aquellos que consideramos individuos.
No transar por la liberación animal!
Frente de Liberación Animal
Sacado de www.FinoAllaFine.info y www.DirectAction.info.
