-La falacia y el discurso panfletario en lugar del debate y la autocrítica-
(Réplica a algun@s encamad@s que muestra como pretenden, mediante la difamación, silenciar todas las voces que no se alinean con sus objetivos)
–¿Has oído alguna vez el quejido de un muerto?
–No, Doña Euduviges.
–Más te vale. […]
Lo que pasa con estos muertos viejos es que cuando les llega la humedad comienzan a removerse. Y despiertan.
Pedro Páramo, Juan Rulfo.
Debemos comenzar reconociendo la pulcra elaboración de su respuesta, repleta de creatividad, metáforas y perspicaces ironías –¡felicidades Rubén!–; sin embargo, más allá del desahogo y la retorica marquista, reafirmando las innegables influencias del deshilachado neo-zapatismo, no nos queda claro cuál es la intención de tamaño documento porque, indiscutiblemente, el debate sigue siendo el gran convidado de piedra. Antes bien, nos confiesan que se entregan a la deriva, aclarando orgullosamente que lo hacen en trajinera, incapaces de distinguir que el tamaño, la capacidad y el cabotaje de la embarcación, no es lo que está en discusión sino la ruta emprendida, el periplo interminable, el viaje en círculo hacia ningún lugar sin importar si se marean o guacarean. Una vez más, confunden medios con fines.
No podemos negar lo divertido que resulta la lectura de este texto. Apreciamos su tono sarcástico y jocoso, el estilo operístico con que está redactado –ya habíamos intuido sus dotes histriónicas y la facilidad para la comedia–, pero volvemos a quedarnos en el principio. Evidentemente se elude el debate. Rehúyen los cuestionamientos puntuales y específicos. Afirman –en el primer acto: El viejo y el mar… de muertos (Qué cuenta como un anarquista de la tercera edad vive entre sus fantasmas del Juarsic Park)– que prometimos un debate ¡NO! Eso no se apega a lo que se lee en la reseña; señalamos que “Simple y llanamente se desea situar nuestra reflexión en el espacio insoslayable del debate”. Es decir, el debate quedaba en sus manos, dependía única y exclusivamente de las capacidades críticas y autocríticas de quienes organizaron tal evento, de la disposición de diálogo, de la avidez de intercambiar y discutir propuestas. Ese era nuestro deseo cuando intentábamos colocar las reflexiones en “el espacio insoslayable del debate”.
Aseveran, en ese mismo primer acto del sainete, que “[…] Tal vez Gustavo, atrapado por los fantasmas que viven dentro de él, ya no vea lo nuevo de las diversas prácticas de lxs jóvenes anarquistas […]”. Precisamente por eso recurrimos al símil de Jurasic Park: la película en ningún momento nos muestra un viaje al pasado sino el fallido experimento de un grupo de científicos que planearon la recreación de las más temibles criaturas de la prehistoria en el presente. En el Congreso no hubo nada nuevo pese a la asistencia de much@s jóvenes. Como señalamos en la reseña, lo único que percibimos fue “un remedo penoso, esquemático y panfletario que no sabe a dónde ir”. Eso es lo más triste.
Antes de concluir el primer acto de la opereta, logran aterrizar en el meollo del asunto que se intenta debatir: el “anarquismo organizado”. No obstante, vuelven a esquivar la discusión y –para que no nos quede la menor duda de su escape por la tangente– lo dejan bien sentado: “No vamos a pronunciarnos sobre lo correcto o lo incorrecto de sus apreciaciones de lo que él llama «anarquismo organizado»”. Entonces ¿de qué carajos vamos a debatir? Si ese es el tema que, justamente, estamos trayendo a debate. Nadie está planteando otra cosa, ni la hegemonía de una tendencia ni el método para concretar la insurrección generalizada ni si es oportuno o no emprender, aquí y ahora, el proyecto insurreccional. Lo que está a debate es eso que denominan “anarquismo organizado” y, sobre todo, cómo se concibe el término. Lo que intentamos discutir es la manera de organizarse, lo que nos interesa poner en el tapete son las distintas formas de entender la organización –con los pies en el siglo que vivimos– ante las necesidades que impone la realidad concreta y en absoluta comunión con los principios refractarios y antiautoritarios que decimos comulgar. Y, en ese sentido, señalamos su “visión regresionista”, su “vocación espiritista” y su “apuesta por la repetición” haciendo alusión a sus prácticas copistas y a su trasnochada agenda que aspira imponer caducas estructuras mediante el calcado al carbón de superados paradigmas probadamente demostrados sus límites, su ineficacia y sus contradicciones.
El tema del debate era entonces la organización rígida y centralizada versus la organización informal y autónoma; la disyuntiva entre la organización ficticia y la organización que surge de las necesidades reales de la lucha concreta; el dilema se plantea frente a la imposición de la organización única y sus posibles derivas dirigentistas –ya sea esta una federación de síntesis o un proto partido especificista. Y esto, desde luego que no hay motivos para discutirlo con la recién resucitada Federación Anarco Comunista Argentina (FACA) ni con la delirante Organización Popular Anarquista Revolucionaria (OPAR) porque tenemos plena consciencia de lo que son y sabemos lo que pretenden estas organizaciones ficticias protoleninistas. Nos interesaba discutirlo con ustedes de manera directa pero ya pudimos comprobar la carencia de autocrítica que presumen y la inamovible postura que les rige. Ante “argumentos” del tipo que esgrimen reafirmando: “no sabemos aún si lograremos construir una federación en todo el país, pero les aseguramos que lo intentaremos” nos parece obvio que no queda mucho por hacer. Insisten en la repetición y nos machacan una y otra vez que “Del congreso no salió el acuerdo general de crear una federación en todo el país. Esto no nos sorprende, pues simplemente el congreso no se convocó con ese propósito. Y la propuesta de la federación fue sólo una propuesta más discutida y aprobada en algunas mesas (según las relatorías) pero, insistimos, sin tener el carácter de un acuerdo general […]”. Como bien dicen –pero presentándolo como nuestro recurso “sin ética”– calumnia y machaca que “algo queda”, inescrupulosa estrategia maquiavélica (y jesuita), llevada a su máximo exponente por los aparatos de propaganda nazi de la mano de Joseph Goebbels, bajo la premisa “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad irrefutable” –¡perdón! Estamos en una polémica pretendidamente anarquista–. Ahora sí no nos queda la menor duda de las verdaderas intenciones del Congreso.
Desde luego, como recalcan, no tienen que pedirle permiso a nadie para resucitar a la Federación Anarquista de México o inventarse cualquier otro jalada ficticia; de haber empezado por ahí ni siquiera nos hubiéramos molestado en asistir a su Congreso, mucho menos nos habríamos dedicado a plasmar nuestras reflexiones e intentar ubicarlas en el espacio del debate. Pensábamos, equivocadamente, que se trataba de profundizar en la discusión crítica para abandonar la confusión que nos asfixia, creíamos que se deseaba destrabar el inmovilismo que padecemos –de manera crónica–, imaginábamos que se llamaba a buscar colectivamente soluciones (que no alternativas) concretas para enfrentar en la realidad el sistema de dominación que nos oprime y nos excluye. Antes bien, como dice quien dice que decía la historieta que dijo alguna vez el viejo Antonio, en efecto, se trataba de algo “muy otro”.
Por eso, en lugar del debate y la autocrítica recurren al panfleto –a manera de verdad irrefutable– y a las deleznables falacias Ignoratio elenchi (primero) y Ad hominem (después). Viejos trucos sofísticos en “jóvenes” tergiversadores. Comienzan con el antiguo recurso de la “ignorancia de la refutación” –señalada ya por Aristóteles, hace algunos siglos– aportando argumentos y pretendidas premisas para demostrar algo que simple y sencillamente no es lo que está a discusión, es decir, ignorando aquello que en realidad se debe refutar y así desviar el debate hacia un lugar ajeno, ocultando el verdadero trasfondo de la discusión original. Como es obvio, es muy fácil que el adversario saque ventaja con el uso de esta falacia si no tenemos muy claros los puntos específicos que se discuten a cada paso de la argumentación. De esta forma nos acusan de intentar imponer la hegemonía del proyecto insurreccional anárquico eludiendo el debate en torno a las formas de organización y escondiendo sus verdaderas motivaciones: la absoluta imposición de su proyecto organizativo o, nos imputan un pretendido “madruguete” –vocablo nada casual y propio de su lógica oportunista– a todas luces fraguado con premeditación y alevosía desde el 20 de noviembre de 2010 –como ell@s mism@s reconocen–, con mesas de “discusión”, temas, objetivos y además, estrategias de control, predeterminadas (como la imposición de moderadores-relatores en cada una de las mesas o la propuesta de federación “nacional” presentada en todas las mesas –con la excepción de la mesa Anarquismo y Proyecto Insurreccional– y retomada en el pleno del siguiente día con la decidida intención de concretarla). Entonces ¿quiénes pretendían en realidad el “madruguete”? En esta misma lógica, “culpan” a l@s compañer@s que abandonaron la farsa y se reunieron en busca de acuerdos concretos en un cubículo universitario, en vez de recurrir a la autocrítica y preguntarse sinceramente ¿por qué l@s compañer@s que habían decidido participar en el Congreso y solicitado la inclusión de una nueva mesa se vieron obligad@s a abandonarlo? De igual forma, se nos cuestiona haber hecho “mutis” y acto seguido, pasan a los juicios de valor y preguntan: “¿Esa actitud es propia de un anarquista?” Cuando saben, indiscutiblemente, que si nos retiramos fue para no hacerle el juego a aquella treta y/o no caer en la flagrante provocación que no dejaba otra alternativa que la violencia y, entonces, como ya es costumbre, presentar al Proyecto Insurreccional ante tod@s l@s participantes como el reducto final de l@s vehementes e irracionales incapaces de intercambiar propuestas y de “socializar” acuerdos. Innegablemente, se ha aprendido de anteriores experiencias y no, ya no es fácil sucumbir en esas trampas.
Por último, echan mano de la falacia más recurrente en la propaganda político-religiosa y en los medios masivos de comunicación: atacan a su opositor y no a sus argumentos. La falacia ad hominen presenta tantas variedades como sinónimos de improperios y descalificaciones se encuentren en el diccionario, se reduce a insultar al adversario con todo lo que se pueda ofender y agraviar, lo importante es descalificarle a priori para restarle veracidad y contundencia a todos sus argumentos. Técnica muy utilizada por el sistema de dominación, empleada particularmente por toda clase de totalitarismos –¡Vaya estrategia tan anarquista!, pero ya sabemos que “su camino es muy otro” así que no hay de qué preocuparse– Bajo esta misma premisa de la desacreditación del oponente para descalificar sus argumentos, llegan a la calumnia y, primero, aseveran que se “miente públicamente” para, acto seguido, “probar” nuestra deshonestidad: “Esto lo retrata como es… una persona sin honestidad”.
Es curioso, la última vez que se nos puso en la mira, apuntándonos con nombre y apellido y se nos acuso de “mentir” y de “deshonestidad”, fue hace casi quince años, con ese mismo estilo –a veces poético y otras vernáculo– desde la Otra farsa que ustedes acompañan, hoy severamente deshilachada entre la corrupción de su jerarquía, la recuperación de la Iglesia y la captación y el reclutamiento del EPR. Ahora se repite la historia –¿o la comedia?–, empleando, de nueva cuenta, la difamación para silenciar la disidencia, para ocultar las discrepancias, para disimular las verdaderas intenciones tras difamaciones y distracciones. Otra vez, un viejo truco en manos de “jóvenes” anarquistas. Sin dudas, persisten compromisos, afinidades y –por qué no– casualidades. Como esa otra que los llevó a firmar –como CAMA– la convocatoria al reciente circo contra la violencia y a marchar y aplaudir el discurso de Sicilia y dar vivas “[al] México de Salvador Nava, de Heberto Castillo, de Manuel Clouthier”. ¡Vaya anarquistas!
Afirmar que TOD@S mentimos cuando señalamos la inescrupulosa forma en que recurrieron “a las mismas prácticas miserables que tanto han criticado en el pasado, echando mano de la tergiversación, de la inducción, del manoseo, para acomodar las relatorías y propuestas a un guión previamente elaborado”; sólo demuestra la firme convicción de querer continuar haciéndose pendejos; evidencia la gigantesca carencia autocrítica que padecen; ratifica la tozuda intención regresionista, empeñada en el inmovilismo; nos revela su enorme incapacidad para hallar la salida del atolladero teórico-práctico en que yacen; nos revela una visión ideológica del anarquismo en la que sobreviven empantanados y; nos ofrece las dimensiones exactas de la (auto) trampa que los mantiene maniatados, mudos, ciegos y sordos ante la realidad concreta. Insistir en que “se miente” cuando se describe toda la manipulación perversa que allí cobró presencia es –ahora sí– “faltarle el respeto a la inteligencia y a la autonomía individual de l@s anarquistas de cada mesa”. En efecto, no somos “niñ@s manipulables que dejan que los trabajos, discusiones y acuerdos colectivos sean inducidos, tergiversados y manoseados”. Por eso la sobre reacción ante las múltiples y variadas críticas que, desesperadamente, tratan de acallar. Y bueno, lo de la “deshonestidad” si merece mención aparte.
Que ustedes se atrevan a hablar de “honestidad” y “deshonestidad”, ahí sí, de plano, les coloca en las arenas movedizas del más absoluto cinismo. Claro, la lista es larga pero consideramos que bastaría con enumerar un par de actitudes que dejan mucho que desear, desde luego, nos consta que su adicción a la Ley del número les ha orillado a la concupiscencia y de ahí sus tratos con los más deshonestos personajes, renunciando a priori al menor vestigio ético, sin embargo, su vicio no les exonera y así, vemos como niegan lo que ya es un hecho consumado: la resucitación de la FAM y su apresurada solitud para incorporarse a la IFA (Internacional de Federaciones Libertarias). En esa misma tesitura, vimos como se sumaban a la renacida Federación, individuos y grupos adherentes de la Otra –pese a aquello que acomodan al principio y que subraya un pretendido posicionamiento contra todo poder, “aunque se llame popular”–, en particular, algunos personajes de Tijuana identificados como “voceros” de La Otra en esa ciudad fronteriza, por dos de es@s “invisibles” compañer@s que se retiraron de la mesa Anarquismo y Proyecto Insurreccional.
Además, continuando en este tenor, también habría que cuestionarles la poca “honestidad” que les asiste al permitir que se cobije bajo el manto de la Federación Local Libertaria a quien malversara los fondos que se le entregaron para la realización del Congreso Anarquista de Ocotepec , bochornoso hecho, por demás, bien conocido por cada uno de los integrantes del CAMA –y lamentablemente ignorado por l@s más jóvenes que se nuclean en la Federación– . Sí, se trata de B.A., él mismo que, poco después hubo que incorporarle a su currículo la expulsión, policía mediante, de dos profesores que no aceptaban su agandalle como director de la escuela que juntos habían creado en Valle de Chalco. Eso sí, no podemos disputarle sus esfuerzos por resucitar la FAM ni su activa participación en la mesa de pedagogía y su posterior y consecuente organización ficticia del “ramo de la educación” ni su redoblado interés en la farsa “anarco-sindicalista” con el imprescindible reconocimiento de la AIT. Esperamos que teniendo en cuenta “debilidades” y “tendencias” no le ofrezcan la tesorería en la próxima repartición de “responsabilidades” burocráticas”.
Bueno, ya casi terminando, no podemos dejar de mencionar lo único en que sí coincidimos, más allá de mofa y el tono burlón. Efectivamente “los insurreccionalistas también lloran”. Todavía tenemos las lágrimas tibias por la pérdida del Urubú, por la ausencia del Mauri, por la desaparición de Lambros y de muchísim@s compañer@s más, muertos de la guerra social que se libra hoy, aquí y ahora –no la que ya es historia y yace entre telarañas y polvo, apilada en el obligatorio librero del anarquista ilustrado–, caíd@s en el anonimato, condenad@s por la prensa mercantil, acusad@s de “delincuentes” y lapidados por presunt@s “compañer@s”. Son l@s muert@s que se lleva el viento. También lloramos por un@ y cada un@ de nuestr@s compañer@s pres@s, secuestrad@s por el sistema de dominación, aquí, en Chile, en U$A, en Italia, en Grecia, en el Estado español y el mundo. Pero bueno, ahí lo dejamos, no queremos que se nos acuse ahora de imponer la necrología insurreccional anárquica, tampoco pretendemos disputarles su conocida vocación de mártires ni recrearnos en la auto victimización, eso se lo dejamos, a muy buen recaudo, para el próximo encapsulamiento.
Lamentablemente, en el desmedido afán por desviar el debate, éste se ha situado en el terreno equivocado y puede llegar a ser nefasto de continuar tal como ha venido desarrollándose. Una cosa es debatir públicamente sobre la forma en que entendemos la organización y otra, muy diferente y peligrosa, es hacerlo sobre los métodos y estrategias que rigen la actuación de l@s compañer@s que reivindican el proyecto insurreccional anárquico y su concretización en el presente. Grave sería –como bien señala un preocupado compañero– que l@s que no consideran “oportuno” el proyecto insurreccional anarquista en el actual contexto, comenzaran a señalar a aquell@s que sí lo entienden consecuente y eficaz, como ya se hace con comentarios e insinuaciones perversas como “Esta idea [de la Coordinadora Informal] es similar a la que esgrimió Gustavo en su texto […]”, entre otras con mayor grado de señalamiento. Pero más grave, peligroso e inútil, es que l@s compañer@s que se identifican con dicho proyecto se señalen a sí mism@s dando respuesta a provocaciones del tipo: “[estamos] contra toda jerarquía, aunque se denomine informal […]”; “Desconocemos si el modo de actuar informal implica nombrar voceros o que alguien en lo personal pueda hablar por los demás […] Lo desconocemos, además, porque hasta ahora no sabemos en calidad de qué llegó ese compañero, pues los siete grupos no han tenido a bien aclarar esa situación […] ” o “[…] Para el CAMA esta forma de proceder de los siete grupos integrantes de la CIA es francamente oportunista, y el oportunismo aunque sea informal no deja de ser oportunismo […]” y, “La solicitud de los siete grupos de la CIA era un “madruguete” a los trabajos de organización del congreso […]” , sin percatarse del riesgo que corren al reivindicarse adherentes del proyecto insurreccional y defender públicamente dicha opción.
Pese a todo, consideramos que es hora de apelar a la responsabilidad y, en este sentido, convencernos TOD@S l@s que hemos intervenido en esta polémica que ha llegado el momento de ponerle fin, más aún, si se trata de un diálogo de sordos como oportunamente señalaran algun@s compañer@s. Lo importante era dejar constancia de un profundo desacuerdo en torno a la manera en que se concibe la organización, lo primordial era reflexionar y cuestionarnos la ineficacia y las limitaciones de anacrónicos y caducos paradigmas que hoy se intentan repetir, lo esencial era revalidar y preservar el carácter antiautoritario y refractario del anarquismo, lo modular era ratificar el carácter insoslayable del debate. Y esto, sin cuestionamiento alguno, se ha logrado. Esperamos, si el proceso organizativo se prosigue, que estos puntos básicos sean tomados en cuenta para que el anarquismo en estas legendarias tierras siga gozando de plena autonomía y contando con esa multiplicidad de rostros que le caracterizan y se personan en la concreción cotidiana de la lucha contra toda dominación.
¡Por la Anarquía!
Gustavo Rodríguez
Desde el culo del mundo, planeta Tierra, a mediados de mayo de 2011
Posdata (o recordatorio a propósito de parentescos y afinidades): Por una de esas casualidades –“muy otras”, desde luego– colgaron su respuesta, inmediatamente después de publicarla en su sitio, en anarkismo.net, acto seguido y casi simultáneamente, apareció en la página del NEFAC , en “El Eco de los Pasos” y, algo después se publicó en A-Infos , interesante coincidencia al interior de un mismo circuito.
Posdata segunda (de muertos y velatorios): Comiencen a redactar su calaverita para el difunto resucitado y acepten de antemano mi más sentido pésame. De momento no podré trasladarme para acompañarlos en su segundo sepelio, extravagante acontecimiento que quedará registrado en los anales de la historia del anarquismo regional pero, me cuentan, que tampoco es para armar tanto aspaviento, dicen que allá en Comala ésto de los segundos y terceros entierros es cosa cotidiana, pan nuestro de cada día –murmura Doña Euduviges.
Posdata tercera (para compañer@s de viaje y otras aproximaciones): Dejo en sus consciencias todo lo que pueda ocurrir a partir de estos ilustrativos balconazos. Para l@s compañer@s náufrag@s: esos que se arrimaron a la maltrecha trajinera, antes o después –es totalmente irrelevante– que hiciera agua; espero que les sea leve la zozobra.
Moraleja: No existe embarcación segura. Por eso nuestro hincapié en la necesidad de saber nadar, claro se enfrenta el riesgo de que se nos señale como “individualistas”; salvo el nado sincronizado, el relevo, el polo y el volibol acuático, esta práctica casi nunca se realiza en equipo, eso sí, nos puede salvar la vida y también nos permite “rescatar” a l@s probables ahogad@s.