Arma de los pueblos
La sociología explica como se construye o como e destruye la memoria, instrumento de vital importancia e la lucha de clases, en la imposición de las ideas, el desarrollo de los intereses o el accionar de la revolución.
Para comprender la explotación del hombre por el hombre en éstos tiempos neocapitalistas y globalizados se necesita de una conciencia, conciencia de individuo, conciencia de grupo, de movimiento, de clase social a la que se pertenece aunque se reniegue de tal. Esa conciencia que nos sirve para protestar, para reclamar la forma de poder establecido que nos cohesiona directa e indirectamente, nos impone coerción, protestar contra ese poder que nos reprime, que nos encarcela, nos desaparece, tortura y mata, ese poder que se disfraza de justicia, de democracia, de derechos humanos… Nos dividen y nos dividimos, nos mienten con medios de comunicación, y nosotros nos traicionamos.
Sin memoria de ayer, estamos a la deriva hoy, y estaremos débiles mañana. Pertenecemos a una clase social dentro del conjunto de la sociedad, aunque reneguemos de ella, pero también reneguemos de nosotros.
Para protestar contra el poder de un estado, injusto y arbitrario, que día a día evoluciona en control social, en represión, en capacidad económica, también nosotros (clase social, movimiento, pueblo, etc.) tenemos que evolucionar, mutar, modificar los procesos, los métodos, las recetas, la organización. No podemos evolucionar, sino tenemos memoria, del pasado, de las luchas, de los fracasos, de los caídos, la experiencia de los perseguidos, los aciertos, la solidaridad, el compromiso, la responsabilidad, el actuar más allá de meras palabras y pensamientos. Si el pensamiento no se hace exterior, es mera poesía, romanticismo. Si las palabras no organizan se pierden en el viento, o se olvidan.
Se aproxima el 1ro de mayo, y los trabajadores preparan el “asadito y el vino”, el Estado lo conmemorará como “el día del trabajador”, pero en su origen el día del trabajador nació de la lucha de clases, día de lucha de los asesinados en la horca, allá en el norte; acá (1901) el ministro del interior ordenaba al “coronel”, quién ordenó al comisario reprimir con sable y balas la organización obrera en Plaza Lorea, 11 muertos y 80 heridos, frente a la morgue, 60.000 personas esperaban la entrega de los cadáveres para acompañarlos a la Chacarita y otra vez la represión, mientras tanto en la Casa Rosada empresarios de la Bolsa de Comercio y el presidente (el mismo que festejaba los 100 años de la Patria bajo estado de sitio), rendían tributo al “coronel”.
La historia oficial quiere borrar éstos hechos de la memoria popular, y construir la memoria oficial, con mentiras, “no hubo un exterminio de los pueblos originarios sino una conquista del desierto, no hubo un terrorismo de Estado sino un proceso de reorganización social”, y así tantas falsedades. La memoria, la conciencia, la solidaridad, la historia, es el arma de los pueblos y Simón lo sabía y le dio uso. ¿En qué programa de tv oyeron hablar de la semana roja? Ese es la memoria que quieren borrar, ese es la memoria que se tiene que reivindicar, es esa memoria de donde se debe aprender.
Un pueblo, un movimiento sin conciencia de grupo, de clase social, de individuo política, es un pueblo ignorante, sumiso… y para el pueblo sumiso no hay salvación, está condenado a la explotación, a la atomización intelectual, al aplanamiento social, a la exclusión y la cárcel, a aplaudir la creación de nuevas policías y métodos de control, con el dinero de escuelas y hospitales, a callar el hambre y las necesidades de nuestros hijos con pasta base y gatillo fácil.
El Estado burgués religiosamente siembra el miedo, inventa el crimen juvenil, con los medios de información, diarios y revistas, convenciendo a los sectores de la sociedad mediocre, de miopía en el análisis de la realidad, a creer que todo se soluciona con más años de cárcel y más cárceles, a justificar la historia con frases cómo “algo habrán hecho”, “por algo será”, “con el 1 a 1 estábamos mejor”, “con los militares esto no pasaba”… y mientras tanto la guerra de pobre contra pobres se cobran víctimas día a día. Y de un Estado democrático se va cambiando a un estado donde lo que importa es proteger a la propiedad privada, el control de los medios de producción, la injusta distribución de la riqueza y la seguridad pública, siendo el mismo estado quien construye la inseguridad para justificarse en más y más seguridad para terminar lentamente pero con autoridad en un Estado policial, todo enmascarado bajo la careta democrática. Con éste pretexto avasallan libertades individuales, civiles y políticas, la realidad que se percibe es de parodia, de farsa y burla, pilares del sistema. En la administración de justicia es dónde con mayor claridad se observa cuán democrático es un Estado, hay un código penal donde la prisión perpetua se eleva a 35 años, y el concurso de los delitos es hasta 50 años, donde la presunción de inocencia se aplica según la capacidad económica del imputado (léase Arce, cura Grassi, Carrascosa, solo por nombrar los más recientes). La democracia sólo es una palabra abstracta. ¡Ante la duda, cárcel! La prisión preventiva es sistemáticamente aplicada por los tribunales de justicia penal, 80% de los secuestrados por el Estado de derecho cumplen cárcel sin tener juicio, en la provincia de Buenos Aires el 30% de las causas penales son fallos de absolución, luego de 2, 3 o 4 años que la persona inocente pasó por penales, de esta inseguridad no se habla, las cárceles están sobrepobladas y en condiciones infrahumanas pero de esta inseguridad no se habla, la sociedad reaccionaria con sus periodistas mercenarios dicen que “no hay seguridad, que a la calle no se puede salir”, sin embargo se muestran en las revistas cholulas como veranean o vacacionan ostentando toda su riqueza.
Cuanta falsedad, cuanta hipocresía, la mentira es un negocio, la inseguridad es un negocio, la cárcel es un negocio, la droga, la prostitución, es un negocio, la ignorancia y el desempleo es un negocio, la muerte es negocio. Y la mafia que administra toda ésta empresa capitalista es el Estado liberal burgués, a través de sus pilares legislativo-ejecutivo-judicial, junto a la iglesia y la oligarquía, que no se manchan las manos de sangre pues para ello tienen sus aparatos represivos como perros fieles, y los traidores como colaboradores. La democracia jamás fue el gobierno del pueblo, utilicemos este tiempo de no gobierno militar para organizarnos dado que la historia s cíclica y si los tiempos de guerra retornan no olvidaremos las lecciones del pasado.
Como cuando tantas veces con los camaradas salimos a ganar la calle y recuperar del poder establecido lo que nos robó… Hasta la victoria siempre compañeros!
Salud y libertad!