Campos de transgenicos destruidos en Catalunya, España


Comunicado:

Hoy, 12 de julio de 2010, decenas de personas hemos saboteado dos campos experimentales de maíz transgénico propiedad de Syngenta situados en el término municipal de Torroella de Montgrí (Baix Empordà, Girona, Catalunya).

Hemos destruido el experimento transgénico a cielo abierto de Syngenta porque entendemos que este tipo de acciones directas son la mejor manera de responder a la política de hechos consumados mediante la cual la Generalitat, el Estado y las multinacionales biotecnológicas llevan doce años imponiéndonos unilateralmente los organismos modificados genéticamente (OMG) en la agricultura y la alimentación.

El Estado español, con más de 75.000 hectáreas sembradas el año 2009, concentra aproximadamente el 80% de la superficie cosechada con OMG en Europa. Después de Aragón, Cataluña es con unas 27.000 hectáreas la región europea con más hectáreas de OMG cosechadas. A la vez, durante los últimos años el 42% de los campos experimentales a cielo abierto de OMG en la UE se han sembrado en el Estado.

Syngenta es la tercera empresa de semillas más grande del mundo (después de Monsanto y de Dupont). Su objectivo es dominar de manera monopólica el mercado mundial de semillas para que todas las agricultoras y toda la producción agrícola del planeta dependa de sus ventas de semillas. Syngenta, junto con el conjunto de empresas transnacionales (ETN) que controlan a) los mercados mundiales de insumos agrarios (semillas, fertilizantes, agroquímicos…) , b) los circuitos de distribución y comercialización de alimentos y materias primas agroalimentarias, y c) el mercado mundial de productos transformados, es una de las principales promotoras y beneficiarias del modelo agroalimentario corporativo e industrial actualmente hegemónico. Después de haver sido impuestos durante décadas a escala planetaria, cada vez más voces señalan que 1) este nefasto modelo productivo y social es uno de los principales responsables de la crisis alimentária, ecológica y climática a la que se enfrenta actualmente la humanidad, y 2) los transgénicos agrícolas representan una nueva vuelta de tuerca del modelo agroindustrial, el cual no hace nada más que profundizar los gravísimos impactos sociales, culturales y ambientales asociados al agronegocio transnacional.

Según la legislación europea, los campos experimentales de OMG representan un paso intermedio indispensable para que la Comisión Europea (CE) aprueve la cosecha comercial en territorio europeo de variedades transgénicas que hasta ahora no estavan autoritzadas en la UE. Como llevan años denunciando diversos actores europeos , el protocolo que han de seguir las ETN biotecnológicas para obtener la aprovación de sus semillas transgénicas está lleno de trampas e irregularidades.
Entre ellas, destacan, por un lado, los varios escándalos que han salpicado a la Agéncia de Seguridad Alimentária Europea, (EFSA) los cuales han dejado claro que este organismo pretendidamente científico está al servicio de la industria transgénica. Por otro lado, también hay que señalar el papel de promoción encubierta de los OMG agrícolas que está jugando la propia CE.

Doce años después de que se iniciase el cultivo de maíz transgénico en Cataluña la aparición de decenas de casos de contaminación genética de las producciones agrarias, ecológica y convencional (contaminación de partidas de semillas, a nivel de campo, de piensos para el engorde animal y de productos para la alimentación directa humana) ha demostrado reiteradamente que la pretendida coexisténcia entre cultivos transgénicos y no transgénicos es totalmente imposible, además de absolutamente indeseable. La proliferación de la agricultura transgénica en nuestro territorio ha supuesto la extinción de como mínimo dos variedades de trigo tradicional (“morat” y “del queixal”) y la disminución en un 95% del cultivo de maíz ecológico entre los años 2002 y 2008.

Todo indica inequívocamente que los OMG agrícolas hacen imposible el desarrolo y la consolidación de modelos de producción, de distribución, de consumo y de sociedad alternativos al dominante, basados en la agroecología y la lucha por la soberania alimentária de los pueblos. Es por eso que rechazamos frontalmente tanto los transgénicos agrícolas como la sociedad tecnoindustrial capitalista que los hace posibles y necesarios (… necesarios para que unos pocos actores muy poderosos consoliden su dominio sobre la población mundial, y perfeccionen sus estratégias de negocio). Es por eso que hacemos una llamada a pasar a la acción para destruir tanto sus cultivos transgénicos como el orden social que perpetúan los actores que los promueven.

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