Nota por LT: La siguiente carta ha sido escrita por dos compañeros anarquistas acusados de haber saboteado a distribuidores de bancos en Francia. Difundida por Non Fides y traducida desde el francés.
Arrestados el 15 de febrero de 2010, somos interrogados en el marco de un procedimiento correccional y acusados de “degradaciones o destrucciones voluntarias graves de bienes cometidos en reunión” y “degradaciones o destrucciones voluntarias por efecto de una sustancia explosiva, de un incendio o de otro tipo de naturaleza creando un peligro para las personas”. Nosotros estamos por el momento puestos bajo control judicial con prohibición de vernos así como otros camaradas igualmente interrogados por el primer cargo de inculpación únicamente. Estas líneas no pertenecen más que a dos personas, ellas no comprometen pues más que a estas dos personas. Los otros se expresarán o no, según lo que su corazón les dicte, pero no se trata en ningún caso de representar a ningún otro que a nosotros mismos. Este texto tiene por único valor la información, porque la represión de algunos debe poder servir de experiencia a algunos otros. No es cuestión aquí de quejarse al Estado o a una determinada “opinión pública”. Contrariamente a nuestras intenciones iniciales, no volveremos sobre los detalles técnicos del arresto, del registro o de la incomunicación, puesto que un texto publicado recientemente explica ya esto muy bien. Última cosa, gracias a la ayuda de algunos compañeros/as, hemos podido escribir este texto sin entrar en contacto.
Pocas cosas que decir, si no que una mañana del lunes, con una sorpresa un poco sin sorpresa, es la sección antiterrorista de la Brigada Criminal (SAT-PP) quien se presenta violentamente a la puerta de una amiga en cuya casa seremos tres en hacernos encerrar (de los cuales dos serán interrogados). Sin sorpresa, ¿por qué? Primero por las vigilancias repetidas de esas precedentes semanas, pero también por una razón menos coyuntural. Es simple, en tanto que anarquistas reivindicados, la toma de conciencia de los riesgos que implican nuestros compromisos y la afirmación pública y visible de nuestras ideas es en cierto modo conocido. Asumirse como enemigos del Estado, significa asumirse como enemigo potencialmente reconocido del Estado. Hay en este compromiso algo profundamente individual en primer lugar, después algo profundamente social. Es decir que se trata de una relación humana, también, un conjunto de relaciones intersubjetivas que se crean por la ayuda mutua, la afinidad, el reparto y sobre todo la apertura a los otros. Es por esto según nosotros, que los mitos de la invisibilidad, de la lucha armada y de la clandestinidad (cuando ésta es una elección consciente y política como medio para la lucha armada) son elegidos para darse importancia, para divagaciones de mitómanos o en el seno de un autoritarismo que terminará por volverse en su contra, un día u otro (militarización, especialización, paranoia, privilegio de la estrategia y la táctica sobre las razones del corazón, etc.). Es por esto que nuestras ideas son siempre, junto a nuestros compañeros, difundidas de forma pública y visible. Es el hecho de que nosotros podamos, nosotros u otros portadores de ideas subversivas y antiautoritarias, intervenir a plena luz y no como clandestinos encerrados en su paranoia que no se comunicarán más que con sus camaradas, lo que el Estado no puede tolerar, y menos aún comprender.
En efecto, los esquemas del pensamiento y las referencias de un madero son incapaces de imaginar o de entrever la posibilidad de una organización no constituida formalmente, no política, sin jerarquía y libremente consentida entre individuos con fines cercanos, lo que Stirner llamaba libre-asociación. De ahí las preguntas y comentarios típicos de los maderos y de los poli-periodistas: “¿quiénes son los jefes?”, “¿quién os dicta vuestra conducta?” o incluso las invenciones policiales de “ultra-izquierda” y “anarco-autónomo”. Pero nunca nos hemos encontrado nosotros individuos que se reivindican “anarco-autónomos”, y que, a parte de algunos marxistas anti-leninistas del siglo pasado, se reclamen aún de la ultra-izquierda. Se trata, en palabras de la misma juez de instrucción a cargo del caso en el momento de la interrogación de uno de nosotros, de “construcciones policiales”.
Por supuesto, durante esta incomunicación, es el desconcierto el que triunfa en ciertos momentos, es la amenaza de un “conejo en la chistera” de última hora, de la fabricación de nuevas “pruebas” contra nosotros y nuestros camaradas, de una enésima invención policial que justificara una puesta inmediata en detención y todo lo que ello implica para nosotros así como para las luchas en las cuales nosotros participamos. Hay en esos instantes de reflexión, realidades que se rehacen sobre la marcha: son nuestras ideas (tan diversas como puedan ellas ser) y por tanto lo que nosotros somos y atacamos, los hechos particulares después de todo a ellos les dan igual, la inocencia y la culpabilidad, ese lenguaje de policías y de jueces, no son más que pretextos para servirse de ello.
Dicho esto, y los aspectos individuales dejados de lado, este caso tiene algo de eminentemente colectivo. Y es sobre todo de este aspecto del que nos gustaría hablar aquí, sin tomar los hábitos de cualquier donante de lecciones, ya que las intuiciones que nosotros queremos compartir aquí son ya muy comunes entre los que luchan, pero también, porque ellas provienen, en la mayoría de discusiones y reflexiones colectivas, de nuestra propia subjetividad. El contexto es aquí esencial para la comprensión de estos eventos y de los que han de llegar. Desde que los sin-papeles metieron fuego a su cárcel de Vincennes el 22 de junio de 2008, es una solidaridad masiva (comparada con la agitación de estos últimos años) la que se expresa aquí y allí por toda Francia, con el telón de fondo de un contexto de lucha en Europa contra la aparato de deportación.
Hace años, en efecto, que la agitación en torno a esta revuelta y ahora en torno al proceso de esta revuelta, en el cual diez personas han sido condenadas por adelantado [1], causa estragos. Numerosos paseos salvajes han tenido lugar (cf. El folleto Sur l’intérêt des manifs sauvages) y tienen aún lugar, reuniones públicas y ocupaciones igualmente; numerosos panfletos, numerosos folletos, numerosos carteles, numerosas pintadas han intentado recubrir las ciudades y las calles de toda Francia. También numerosos sabotajes anónimos de cajeros automáticos de bancos que entregan a los sin-papeles a los maderos han animado esta solidaridad en actos en una misma continuidad de la revuelta. Siempre la cuestión de Vincennes es acompañada de un cuestionamiento más general, ¿cómo llegar al fondo del aparato de expulsar en su integralidad? ¿Del mundo que lo produce?
La diversidad de estas prácticas tiene toda nuestra solidaridad y es por ello que, como muchos otros nosotros no lo hemos escondido nunca, hoy los maderos se interesan por nosotros y por otros.
Hay que tener presente que el aparato de expulsiones, antes que una “deriva racista”, es antes de todo una inmensa máquina de hacer pasta para los que responden a la llamada de oferta del Estado, ya sean humanitarias (CIMADE, France Terre d’Asile [equivalente de Andalucía acoge], Cruz Roja, Ordre de Malta…), constructoras (Eiffage, Bouygues…), proveedores (Vinci, Accor, Ibis, Holiday Inn…), todos consiguen provechos de las expulsiones y del mercado que se crea en torno a ellas. De hecho, no son tanto algunos chivos expiatorios intercambiables como nosotros u otros quienes sufren las acometidas de la justicia, sino que es una lucha entera llevada desde hace algunos años y con energía contra el aparato de expulsiones, una lucha que les cuesta cara y que intenta difundirse y extenderse, lo que se quiere sancionar. Acordémonos por ejemplo de los arrestos “antiterroristas” de Damien, Ivan y Bruno en los alrededores del CRA (Centro de Retención de sin-papeles) de Vincennes un poco antes de una concentración, dos de los cuales están hoy en el campo, ciertamente cansados de estas privaciones constantes de libertad impuestas desde arriba. Nosotros somos muy conscientes de que nuestro arresto y nuestro interrogatorio no son nada frente a los planes del poder, tan verdad que algunas de estas sacudidas represivas no son nada frente a los estragos de la revuelta que no hace más que crecer. Somos muy conscientes también de que habría podido tratarse de cualesquiera otros compañeros o camaradas de lucha, que había que comenzar esta nueva ola por algunos, y estos algunos, fuimos nosotros, en esta ocasión.
La lucidez, la de darse cuenta de que nuevos augures se presentan a nuestras puertas, que es el cielo que nos sobrevuela el que ellos intentan oscurecer, que esta instrucción abierta será quizá el pretexto para numerosos arrestos, para interrogatorios, para encarcelaciones quizá, para un perfeccionamiento de la información maníaca y contra-subversiva y otras infamias estatales. Es el momento de hacer de su deseo un sueño inalcanzable, un paraíso que no les será jamás alcanzable. Porque la generalización de prácticas que impliquen nuestros diversos pensamientos y nuestras pasiones les será fatal, pero no es cuestión de hundirse en el catastrofismo por tanto, pretexto para la inactividad y la impotencia confortable. No es cuestión tampoco, en este texto como en otros, de quejarse y gritar en busca del escándalo.
Ésta será la gran fuerza de un movimiento por tanto tan débil en el espacio y en el tiempo como en sus capacidades proyectuales y la difusión de sus prácticas y contenidos, que la colectividad que lo compone asume colectivamente los actos condenables (desde el pequeño punto de vista penal) que se extraen de su interior, porque estas prácticas son las de una lucha, y esta lucha, es de nuestras voluntades de las que emerge. Hay que darse cuenta de que algunos de estos arrebatos de represión tienen algo de eminentemente colectivo y que ellos conciernen a todos los que luchan contra el aparato de expulsiones, en la medida que son un ataque contra todos. Aquí se encuentra uno de los puntos fuertes de la solidaridad: romper el aislamiento que ellos desean imponer; en la afirmación generalizada de que cuando ellos atacan a una o uno de nosotros, es contra todos nosotros contra quienes ellos la toman. Es el instante, desde nuestro punto de vista, para reforzar las iniciativas y las afinidades proyectuales, para redoblar los esfuerzos y no ceder al pánico, que sólo servirá para participar en el aislamiento de los que diseñan el Estado y su cohorte de sirvientes. Es también el momento de dejar de ser solamente los eternos comparsas agoreros de apoyo, denunciando con vanos lloriqueos antes que acometer el problema de raíz.
Ya sabemos lo que busca el Estado, es el aislamiento de algunos y la disociación (en el sentido habitual) de los otros, como es el caso por ejemplo de una tendencia del RESF (Red de Educación Sin Fronteras) y de su comunicado que adelanta el trabajo de la policía. Dicho de otra manera, el proceso de des-solidarización que puede llevar a algunos a meter la cabeza entre las piernas al paso de la tormenta; justo el tiempo que necesita el Estado para abatir a los camaradas chivos expiatorios; y volver a sacar la cabeza para retomar la mascarada de sus posturas, para cerrar el paraguas esperando de manera precaria que la próxima vez no serán ellos mismos quienes se volverán a encontrar en el ojo de la tormenta.
Eso decimos, esperando que estas pocas líneas serán tomadas por lo que son, una modesta invitación al debate, una modesta invitación a reflexionar sobre esta situación que no se puede ignorar más que intentado cerrar todos los caminos, ofrecer a los que quieren batirse por la libertad nuevos espacios de difusión en la solidaridad revolucionaria. A los que no querrán comprender esto y encontrarán siempre materia para evadirse de la guerra social, también a los que lloran por la cristalera de un banco, es nuestro desprecio lo que nosotros deseamos devolverles. A los otros, nuestra solidaridad y nuestras afinidades. Un saludo a los que no permanecen en la comodidad de estos últimos tiempos y saben bien que la lucha no se parará por tan poco. Nosotros queremos la libertad para todos, con o sin-papeles, queremos reprender al Estado el control que ejerce sobre nuestras vidas.
Por un mundo sin prisiones,
Por un mundo que no sea una prisión.
Marzo de 2010,
Dan y Olivier.