desde la prensa…
Las pruebas de ADN a que fueron sometidxs lxs 10 compañerxs que permanecen en prisión preventiva por su presunta participación en atentados con bombas registrados en los últimos años en Santiago resultaron negativas y hasta ahora no han arrojado pruebas científicas sobre su relación con los ataques. A principios de octubre y por orden judicial, al grupo de presxs imputados por asociación ilícita terrorista y colocación de artefactos explosivos se le extrajo muestras de sangre para cotejar su ADN con evidencias halladas en los lugares donde ocurrieron los atentados.
El peritaje buscaba vincular de forma científica e irrefutable a lxs detenidxs con los ataques explosivos, para acreditar su participación.
A modo de ejemplo, en el ataque ocurrido al Hotel Marriott de Santiago, el 3 de noviembre de 2009, el sospechoso, quien aún no es identificado, dejó en el basurero de uno de los baños del recinto un par de guantes quirúrgicos. De éstos se pudo extraer una muestra de gotas de sudor utilizadas para realizar un examen de ADN. Sin embargo, al cotejarla con la de los detenidos resultó que no era de ninguno de ellos.
Además, en el atentado ocurrido a una sucursal bancaria de La Reina, el 12 de agosto de 2008, fueron hallados restos de cabellos, los que también fueron cotejados, pero sin resultados positivos. En total, fueron comparadas unas 10 muestras, como colillas de cigarrillo, ropa, además de trazas de huellas dactilares. Varias de estas últimas, trascendió, no resultaron útiles para ser comparadas.
Según fuentes del caso, en el cartón que contenía la bomba de TNT que fue desactivada el 3 de octubre de 2008 en el edificio de la Sofofa, fue detectada parte de una huella dactilar, una de las que no se pudo cotejar.
Pese a la destrucción que originan la detonaciones, el Ministerio Público ha recolectado varias evidencias en los sitios del suceso, pero hasta ahora no se han podido vincular a ninguno de los detenidos en el denominado caso bombas.
Todas las evidencias halladas tras los atentados, tales como hojas de papel, bolsas, partes de extintores, fueron sometidas a pericias para encontrar rastros papilares, es decir, huellas dactilares. En otros sitios donde detonaron bombas, incluso, la policía levantó huellas de zapatos dejadas en tierra húmeda.
La extracción de muestras de sangre fue autorizada judicialmente y provocó el rechazo de varios de los detenidos, quienes se opusieron a la medida. De hecho, Francisco Solar Domínguez, uno de los sospechosos de la colocación de artefactos, presentó una querella por apremios ilegítimos en contra de los funcionarios de Gendarmería que lo obligaron a someterse al test.