Hermanitos y hermanitas:
Que alivio y que gusto saber que, por ahora, están bien. Estaba re-preocupadísimo imaginando los millones de situaciones que los pudiera afectar más de lo que, imagino, están. Por mi parte estoy muy triste. Días de mierda estos que debo ver en imágenes horribles la muerte de un hermano. Es imposible describir lo que me recorre en estas
circunstancias pues las palabras no sirven para decirlo todo y me ha costado demasiado escribirlas más cuando la única producción que realizo es la de mocos y lágrimas debido a mi agobio, tristeza y ansiedad entre estos forzados límites.
No obstante, no puedo dejar de pensar si las cosas podrían estar peores.
La historia siempre se ha encargado de hacernos notar lo despiadada que puede ser. Tiene muchas formas de evidencia su crudeza, mas aún en la guerra; y si se nos ocurriera ponderar en grados la inquietud que en
estos días álgidos esta provoca, deberíamos reconocer que, con suerte, nos ha acorralado entre un hipotético 3º o 4º nivel en una escala del 1 al 10. Así es. Y a pesar de que para aquellos que si la han vivido (esa que se transita con la muerte como compañera diaria de proezas) sería nada mas que parte de una cotidianeidad, para nosotros, novatos en estas lides ,representa todo un referente, pues, así como la enfrentamos, es como nos autovaloramos; y si la dignidad compacta nuestras acciones, sin cuestionamientos, la soberbia y el orgullo -ambas entendidas como valores
positivos al confrontar al enemigo- se tatúan en nuestros pies con cada paso que se da.
Cuando se asume la guerra social, también se asume ese sino trágico que le acompaña. La muerte es inevitable y la guerra transforma a la muerte en su apremiante necesidad. Para nosotr@s, la muerte del enemigo es una de esas necesidades, y la muerte de su estado, de su capital, de sus relaciones, de su dinero y propiedad, las otras. Sin embargo, tal como lo deseamos, debemos ser capaces de comprender esas muertes inexplicables, indescriptibles, innecesarias y terribles que, como el peor de nuestros demonios, resiente el andar y producen grietas enormes que parten el alma y nos llenan de pena, pero que por el valor que toda muerte lleva en si, también nos demuestra que en este camino en que pretendíamos ser unas
cosas parecidas a reales seres humanos separados del rebaño y asesinos de su amo, con toda la impericia que los expertos nos podrían encarar, nos damos cuenta que en verdad hemos vivido.
En esas muertes encontramos la trascendencia de nuestros herman@s: su solidaridad y acción entregada al colectivo.
La muerte esta enraizada a nuestro proyecto, es parte del corolario de las andanzas venideras, y aunque amemos la vida, esta opción nos inclina hacia ella. Lamentablemente, cárcel y muerte son las certidumbres de la idea y la acción. Lo obsceno seria que tras vivir estas muertes herman@s mi@s, nos sumergirá mas en la pasividad de la masa, en la decencia ciudadana y en la normalidad de lo permitido, condicionado, adaptado y asimilable, y vernos un día paseando con el carrito del supermercado viendo a otr@s luchando una guerra que nos aterro continuar.
¿Pero que tan buenos seremos para minimizar los riesgos y postergar los castigos de la sociedad?
La respuesta esta en nosotr@s, en la practica del ejercicio, en la lucha contra-justiciera, en la acción que inspira la teoría y entre las vías que iniciamos con nuestr@s muert@s.
Y ojala un día, cuando miremos hacia atrás y la alegría de los avances nos haga echar despertadores por las venas del recuerdo, encontremos al Mauri sonriéndonos desde el principio de la senda que hemos abierto.
Axel Osorio
Cárcel de alta seguridad
Sección de Máxima seguridad
27 de mayo de 2009
Santiago de Chile