Unas palabras para empezar
El 12 de octubre nos recuerda una de las situaciones más aberrantes que haya conocido la historia humana. En el contexto de una expansión mercantil e innovaciones técnicas, la corona española decide buscar la ruta más corta para llegar a la India en busca de especias. La equivocación de los depredadores expedicionarios españoles hizo que el viaje desembarcara en lo que hoy conocemos como América. Lejos de haber encontrado la preciada “ruta más corta”, la tripulación a cargo de Colon se encuentra con un sinfín de recursos naturales que vuelve a estos simples marinos unos invasores y depredadores que traspasan dichas cualidades a todo su continente. Lo que de ahí en adelante sucede es una brutal explotación de las riquezas que cabe dentro de la situación de la llamada acumulación originaria que más tarde daría vida al capital. Si bien esta fecha recuerda la masacre de la gran mayoría de los pueblos originarios del continente, nos enfocaremos en la historia y lucha del pueblo mapuche que desde el comienzo da una fuerte e intensa batalla contra los invasores.
Ya no son los españoles…
Este es precisamente el gran obstáculo con el que se encuentran los depredadores, iniciando una batalla con un pueblo cuya identidad y cultura reposaban sobre este espacio y territorio. Los grados de intensidad de la resistencia y los ataques llegan a un nivel tal que prontamente, en 1641 la corona española reconoce la independencia y autonomía de la nación de Arauco en el parlamento de Quilín en 1641. Dichos tratados permiten regular las relaciones cada vez que se rompían los periodos de paz (se firman mas tratados desde dicha fecha hasta 1803). Curiosamente es en 1818 con el guacho dictador O’Higgins cuando comienzan políticas radicales para la colonización de hasta el momento aun reconocido territorio mapuche.
Hacia 1883 se ha aniquilado más de la mitad de la población originaria y arrebatada alrededor del 95% del territorio. El ejército chileno procede a robar gran cantidad de la ganadería del mapuche y arrasar con fuego los cultivos. Luego muchos mueren de hambre, enfermedades y producto de conflictos con los colonos que ocupan las tierras además de la nunca bien ponderada intervención de milicos y policías. Claramente esto no se llevo a cabo por la “maldad” de los chilenitos, los motivos son bastante claros: la mencionada acumulación de riquezas y mano de obra barata por parte de la oligarquía que permite de esta manera el posicionamiento del sistema capitalista en Chile.
Los locos años sesenta y los ojos celestes de Pinochet
A finales de la década de los sesenta las comunidades mapuche contaba con 300 mil hectáreas. Suena arto. Claro, sin considerar las diez mil millones hectáreas que conformaban el territorio mapuche independiente, que después de la guerra se reducen a 500 mil. Los ojos celestes de Pinochet parecieran no haber sido ajenos a las políticas con el pueblo mapuche que llevo a cabo. 300 dirigentes desaparecidos y reducción a menos de 300 hectáreas el territorio. Pero, viejo sabio, supo que gobernar es dividir y se establecen dos decretos que dividen la mayoría de las propiedades mapuche comunitarias además de entregar títulos de dominio individual a cada miembro de la comunidad.
Esos raros apellidos forestales
En 1974 se dicta el decreto 701 sobre el fomento de la actividad forestal en las regiones VIII y IX. El estado da luz verde a ocupar los territorios ancestrales para hacerlos pedazos en tanto esto último otorga jugosas ganancias.
La transición a la democracia no modifica mayormente la situación. Se afianzan las empresas turísticas, forestales y de energía, además de acelerarse las plantaciones de bosques artificiales en territorio mapuche, concentrando en pocas manos la propiedad rural. Y así la globalización se fue afianzando, el capital transnacionalizando y la privatización de las empresas forestales permite el control de estas empresas en unas pocas manos. Grupos como Angellini, Matte, Mitsubishu, Amindus y Endesa se han encargado de pulverizar el territorio mapuche, y con ello la identidad y cultura de este pueblo. De pasada también, han encontrado ganancias estratosféricas a cambio de torturas, secuestros y asesinatos de quienes proclaman la bandera de la autonomía mapuche.
Para quienes nos consideramos anticapitalistas, la autonomía mapuche es esencial al momento de representar una lucha que expulsa la lógica mercantil de territorios que en su reclamo va integrada además la comunalidad de los mismos. No es solamente la mantención de una identidad y una cultura, sino que también un rechazo a la economía que ve en las necesidades y las vidas un modo de generar más ganancias. Políticas Neoliberales y generación de resistencia.
El terror del Estado y la Prensa en complacencia con el capital no amedrenta: Vigencia de la Lucha Mapuche
Pero el pueblo mapuche no acepto pasivamente esta nueva reestructuración política y económica dentro de un país que reclamaba su territorio como parte de un Estado orientado a lucrar de él. Es así como desde las mismas comunidades surgen movimientos de resistencia encargados de frenar la expansión del capital a través de la depredación física de las forestales y volviendo a retomar las demandas ancestrales del pueblo. La correcta lectura de la realidad y el entendimiento con las comunidades tiene como consecuencia una mayor predisposición a la lucha y una combatividad en extremo valorable. Si para el año 1997 las forestales se planteaban en el terreno mapuche el uso de unas cien mil hectáreas nuevas, luego de la acción decidida de los peñis esta cifra baja a treinta mil. Aumenta a su vez los predios ocupados (aunque precariamente) por las comunidades mapuche y se comienza progresivamente a acumular fuerzas capaces de presionar con lucha y combatividad al Estado y Capital para hacerlos retroceder. En este contexto se sitúa el desarrollo por la reconstrucción de un Pueblo nación mapuche. Para ello, claramente, muchas organizaciones están llevando a cabo la tarea correcta de consolidar de modo territorial y político la recuperación de tierras además de apoyar concretamente estos.
Lógicamente esta situación ha llevado a que los niveles de represión por parte del Estado aumenten cada vez más. A esto se le debe sumar que los “pobres latifundistas” contratan guardias civiles, ex agentes de la represión y simple lumpen para atentar y quemar casas de comunidades.
Los allanamientos por parte de la policía ocurren casi cada semana, torturando y maltratando desde niños a ancianos. La prensa oculta sistemáticamente esta situación y se encarga de hablar de “conflicto mapuche”, algo así como si el pueblo mapuche estuviese invadiendo el territorio chileno.
El estado sistemáticamente viola los derechos que dice defender, dando lugar a la convicción que la policía e investigaciones, al igual que su aparato jurídico se definen en tanto hacen lo que les da la gana. El conflicto es real y concreto. Senadores hasta denuncian infiltramiento de las FARC, para luego hablar de descolgados ex subversivos, de delincuentes, etc. Al final es una majamama de nombres para tratar de decir que esos mapuches están siendo influenciados con gente “mala”. Los buenos son esos que para la parada militar saludan alegremente y la gente sonríe al ver atuendos autóctonos. El mapuche es para el Estado una mercancía exótica siempre y cuando no rebalse su propia constitución como objeto de valor de cambio. Una vez que la identidad es más que el atuendo, y esta es llevada a la actividad política y de recuperación, el estado cambia la cara y la prensa se encarga de apuntar: configurar un enemigo claro, donde reclama a la policía su lento actuar.
Alex, Matías y los más de cincuenta encarcelados en el Gobierno de Bachelet.
En nuestro presente más cercano tenemos ejemplos de cómo la lucha mapuche se ha ido radicalizando por parte del Estado. Si bien no existe algún registro de alguna muerte causada por peñis, si las hay de parte del Estado. Encarcelaciones, torturas, amenazas y muertes, ademas de sucesivas huelgas de hambres que ponen los cuerpos de nuestros hermanos como principal arma para lograr beneficios carcelarios.
Era el 7 de Noviembre del 2002 cuando Alex Lemun, joven comunero Mapuche de 17 años, fue herido de gravedad por una escopeta antimotines por el mayor de carabineros Marco Aurelio Treuer. Alex agonizó 5 días y murió. Él, junto a su gente, participaba en una recuperación de tierras en el Fundo Santa Elisa de Ercilla, perteneciente a la Empresa Forestal Mininco
El 3 de Enero de este año, en momentos en que “la chepa” llevaba una larga huelga de hambre donde su vida corría riesgo, un grupo de mapuche entro al predio fundo santa Margarita, usurpado por el empresario Jorge Luchsinger,(¿Quien es Jorge Lushsinger?) y habría procedido a la quema de 500 fardos de pasto. Siguiendo con su política de defensa de los intereses patronales, Carabineros procedió sobre las 6 de la mañana con ráfagas de ametralladora disparadas por la espalda. Los compañeros de Matías decidieron llevar el cuerpo de su compañero a fin de que no fuera alterado por la policía.
Vale recordar al momento que eran atacados con piedras según destacan peritos de la policía de Investigaciones que reviso las grabaciones de las comunicaciones que el personal policial -que estaba en el predio del agricultor, oficiando como “guardia privada”- sostuvo con la Central de Carabineros Cenco, Cautín. En dicha ocasión, se le pregunto al asesino Walter Ramírez sobre con que estaban siendo atacados, a lo que este contesto “con piedras, lánzales un balazo” ( ver video declaración de abogado y lo que dijo la prensa cuando murió Matías)
Para finalizar, vale decir que esta fecha ha de ser recordada de una manera combativa y apelando a identificar claramente el enemigo: el Estado que solo en el gobierno de Bachellet presenta más de 55 casos de prisión política mapuche El conflicto ha de ser agudizado y correlacionar las fuerzas a favor del pueblo mapuche, a modo de lograr el retroceso de los usurpadores que pretenden seguir llevando su lógica mercantil a todos los aspectos de nuestra vida. Ejemplo, que por lo demás, los anticapitalistas debemos seguir.
Recordar el 12 de octubre es recordar a los luchadores, caídos, torturados y secuestrados pero ademas la fuerza de los peñis en cuestiona activamente los principios mercantiles de la relación de dominación capitalista como la propiedad, la identidad y la cultura de un pueblo. Es la conmemoración y la memoria la que nos recuerda lo que es capaz de hacer el capital y el Estado Chileno con tal de mantener sus dominaciones económicas e ideológicas. ¿Qué nos recuerda? Que es capaz de exterminar, torturar y matar (de hambre, legalmente y hasta “espiritualmente”). En pocas palabras: usar la fuerza extrema como herramienta para su dominio.
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