En la marcha del miércoles 06 de abril en solidaridad con lxs compañerxs presxs por el denominado “Caso Bombas”, la policía intentó detener a algunxs compañerxs en el momento que la marcha logró posicionarse en la Avenida Alameda, principal arteria vehicular de la ciudad de Santiago. Las manifestaciones por lxs presxs políticxs en esta avenida, hasta aquel día, eran solo una postal frecuente en las movilizaciones por la libertad de los presos políticos en huelga de hambre a fines de la década del 90 y principios del 2000. Lograr llevar la marcha hacia dicha avenida debe analizarse como un gran logro, pues demuestra nuestra valentía y decisión de estar en la calle a pesar del momento represivo que vivimos. Para su sorpresa, los guardianes del orden se encontraron con una lluvia de golpes, piedras y botellas de parte de quienes intentaron rescatar a unxs compañerxs, gracias a esto solo dos quedaron detenidxs. Fue una pequeña batalla en la que la solidaridad y el arrojo dejaron un sabor a “victoria”. Sin embargo, en las afueras de la 1ª Comisaría de Santiago Centro la situación fue totalmente distinta.
Con la prensa en el lugar, se comenzó a gritar para apoyar a lxs detenidxs, cuando de pronto apareció una masa de policías armados con metralletas para cerrar el perímetro, mientras otros golpeaban y detenían salvaje y cobardemente a quienes solidarizaban en el lugar.
Queremos reflexionar un poco sobre estos hechos y sobre las impresiones que ha generado. Para nosotrxs, los hechos ocurridos demuestran que aunque al parecer ya no se hable tanto de ella, la guerra social sigue latente y no podemos hacernos lxs tontxs. Probablemente, los policías no dispararían contra quienes allí se encontraban, pero con el solo hecho de mostrar dichas armas y golpear a la gente solidaria quieren que el miedo nos invada y no volvamos a salir a la calle. Esta claro que con el golpe represivo del 14 de Agosto, muchos esfuerzos –que siempre podrían ser más- se han volcado para denunciar la situación de lxs compañerxs presxs y sus cercanxs: tortura, malos tratos, seguimientos, hostigamiento, pruebas absurdas, etc. Denunciar estos hechos ante la opinión publica es necesario para ampliar el apoyo hacia lxs compañerxs y generar una presión social que ayude a que lxs presxs puedan salir a la calle. Pero al parecer nos hemos olvidado que esta operación represiva forma parte de algo más grande, de un contexto de lucha que se desea extirpar del territorio dominado por el Estado. En Chile se está desarrollando una persecución política hacia distintos sectores contrarios a los interese del poder (mapuches, anticapitalistas, anarquistas, antiautoritarixs, solidarixs internacionalistas, etc.). Pero esta persecución es una constante histórica en todo régimen de dominación, variando en sus formas e intensidad a través del tiempo. Para expandir nuestras ideas contrarias a la dominación, es válido denunciar y mostrarle al resto de la gente la forma en que opera el poder para proteger sus intereses, porque así se rompe un poco la ilusión democrática y queda en evidencia que la violencia abierta y encubierta es parte esencial de todo gobierno y Estado. Pero hay un ámbito que hemos descuidado, y este es el debate interno sobre el desarrollo y la continuidad de la lucha que nos une como compañerxs. Ya en una anterior reflexión escrita, unxs compas señalaban que importantes tensiones sobre el conflicto social, los grupos de afinidad, la acción diversa contra el poder, etc. al parecer han dejado de ser parte de nuestra cotidianidad en la lucha. Está justificable que la situación de lxs compas presxs amerite esfuerzos que a veces parecieran no ser parte de una lucha radical (como hablar de juicios justos, fin a una ley, etc.), porque tales esfuerzos son necesarios para conseguir un objetivo puntual –la salida a la calle de lxs compas- que al parecer hoy tiene mas posibilidades de concretarse por medio de la presión social amplia unida a una defensa legal antes que por una agudización de la revuelta. Como revolucionarixs, nuestro entendimiento nos mueve a apoyar esta dinámica y entenderla como el objetivo específico y urgente que es.
Sin embargo, nuestras convicciones nos llaman a continuar también propagando la lucha por la libertad, un objetivo enorme que reniega de toda ley humana y exige que nos hagamos grandes ante el enemigo que enfrentamos. Desde nuestro punto de vista los poderosos no abusan de su poder, simplemente lo ejercen con métodos distintos dependiendo de la situación: a veces con sutileza, otras con brutalidad. El mismo caso de nuestrxs compañerxs presxs con pruebas y argumentos absurdos muestra que en su bajeza moral los explotadores son capaces de infringir sus propias leyes, convirtiendo todo derecho de reunión y libertad de expresión en simple palabra escrita cuando quienes ejercen tales derechos pasan a incomodar el orden social.
Denunciar la violencia y los mecanismos con la que opera del poder es necesario para que la represión no se normalice, pero tampoco seamos ingenuos pensando que el enemigo nos tratará con rosas al momento de rebelarnos y romper la pasividad.
Nuestro llamado urgente es a dejar las justificaciones que atrasan nuestro compromiso con la lucha, continuar el desarrollo cualitativo del que tanto se hablaba hace un tiempo (y que algunxs repetían sin llenarlo de contenido práctico), apuntar a expandir entre lxs explotadxs el conflicto con el poder integrando a nuevxs compañerxs por medio de la difusión de ideas y experiencias, no dejar de apoyar a lxs compas presxs en todos los ámbitos que se necesita (apoyo económico, moral y revolucionario) y, por sobre todo, no subestimar al enemigo porque este es inteligente y no tendrá compasión con nosotrxs.
Con estas humildes reflexiones llamamos a la discusión, coordinación y la acción urgente (en todas formas que podamos imaginar) entre quienes asumimos posturas radicales contrarias al capitalismo, el Estado y toda forma de dominación. Ya es hora de que la manada vuelva a reunirse…
LA LUCHA POR LA LIBERTAD ES MÁS FUERTE QUE CUALQUIER JAULA
SIN BANDERAS NI FRONTERAS