Hoy los volantines alegran el cielo enrejado del encierro, los colores y las competencias me hacen suponer a niños y jovenes riendo y compartiendo en parques próximos que disfrutan con la habilidad de hacer volar objetos inanimados de papel… Por mi parte, han sido escasas mis habilidades con dichos objetos, aún así siempre he disfrutado de aquella entretenida práctica, en especial con el empeño que los más jóvenes le dedican.
Lejos de esta agradable costumbre, y cubierto por las fiestas estatales se encuentra el patriotismo enceguecedor que inunda la pantalla y las calles, el estado no se averguenza y celebra en grande su propio aniversario.
Pero hace 200 años la cosa no fue tan fácil para la clase dirigente, hacer entender a los oprimidos de distintos territorios que ahora serán lo mismo implicó una fuerte tarea de homogeneización implantada de distintas formas: a sangre y fuego, con la sagrada obediencia laboral o la religión como arma.
El estado se forja creando a Chile, los chilenos y las chilenas, delimitando un territorio donde implementa su soberanía y creando símbolos de dominio, luego, la herencia prusiana en el ejército tiñó a la sociedad, recordando batallas, derrotas, héroes y asesinos.
Tras desechar al mapuche, por ser contrario a los intereses nacionales se refuerza al huemul, el cóndor y el copihue como símbolos chilenos…una naturaleza depredada casi hasta su exterminio por la civilización. Aún así con un sencillo “C-H-I” el patriotismo calla cualquier crítica y reconcilia a los eternos irreconciliables de la historia.
La discusión actual se centra en qué elementos tiene que incluir la cápsula del Bicentenario. ¿Serán los litros y los litros de sangre en las distintas matanzas contra los disconformes, las enormes cantidades de plomo en balas contra quienes pusieron la divinidad frente a los intereses económicos, las pilanas eléctricas que torturaron sistemáticamente, los incontables jóvenes muertos en enfrentamientos, los prolongados ayunos de los peñis en el presidio, la locura y paranoia antiterrorista, las persecuciones y encarcelamientos políticos o “el indio pícaro”, la “gaviota de Viña del Mar”, “la bandera”, camisetas de fútbol y, por supuesto “arenita”? El estado y la autoridad mantienen su poder reproduciéndose a sí mismos y en este Bicentenario, no queda duda alguna…
Se terminan las escasas horas de patio y vuelvo a la celda mientras me despido con la vista de aquellas estrellas de papel que adornan el cielo durante el día. Veo el diario y leo que nuestras detenciones se adelantaron con motivo del Bicentenario, para proteger los festejos, el juicio político se apresuró encerrando a personas que recién se conocen entre sí para ofrecernos como supuestos responsables y participantes de un inexistente grupo, el teatro de lo absurdo tiene una lamentable nueva versión.
¡A movilizarse por el Fin y la derogación inmediata de la Ley Antiterrorista!
“Que tus pasos vuelen libres, que tus huellas se borren con el mar… contigo afuera soy un poco más libre”
Felipe Guerra,
Preso Polìtico Antiautoritario.