“La actual gestión de la miseria material, mental y espiritual en manos de los que detentan la autoridad, no puede menos que encontrar furiosas prácticas, ya no de simple rechazo, sino de la más clara y sincera ofensiva. No hace falta mayor justificación que mira alrededor tuyo: los que no están reventando por la droga están destruyendo sus cerebros en los centros de consumo, los que no están idiotizándose con la televisión, están avalando y pidiendo más seguridad (control estatal), los que no están buscando a quien oprimir, se retuercen en la apatía. Una realidad semejante no admite medias tintas ni tiempos de espera…”