“El poder evidencia la muerte de nuestro compañero como un mero accidente o exceso policial aislado, el proceso judicial contra los asesinos no prosperó porque al Estado, y al bien común que éste garantiza y protege, no le interesa condenar a quien mató cobardemente a un joven que se posicionaba contra él. Pero aquello no nos inquieta, no esperamos que el Estado sea justo, o que imparta “justicia en igualdad”, porque nada esperamos de él, sabemos que es el generador de toda la miseria y explotación, y por eso sólo queda su destrucción.”