Carta de lxs presxs de la CCF y Theofilos Mavropoulos al encuentro internacional anarquista que se realizó en Suiza

“No hay inocentes. Todxs nosotrxs formamos parte de la máquina social del Poder. La pregunta es si somos el aceite o la arena de su engranaje. Por eso, rechazamos la idea de la inocencia aparente de la sociedad. El silencio nunca es inocente. Odiamos tanto la mano que sujeta el látigo como la espalda que pasivamente lo padece.”



Contribución de lxs nueve miembros presxs de la CCF y el anarquista preso Theofilos Mavropoulos al encuentro internacional anarquista convocado desde una perspectiva insurreccional (Zúrich, 10-13 de Noviembre de 2012).

“No digas que somos pocxs… solo di que somos determinadxs”

El asunto no es si vivimos más o menos pobres, sino si vivimos de una forma que no nos contenga. No queremos repetir cosas que ya se han dicho.

Hemos desterrado de nuestras mentes la idea de un Poder central y no creemos en los mitos del fantasma del proletariado. No tenemos ante nosotrxs, pues, un Estado aislado que, supuestamente, da órdenes desde los palacios del Poder, ni ante una sociedad que espera a que la despierten para rebelarse. Hoy en día, la sociedad es una difusa fábrica social productora de comportamientos, valores, ética y hábitos.

Funciona como una máquina social de muerte que devora tiempo, espacio, emociones y conciencias. El centro del Estado y el corazón del sistema se encuentran dispersos en millones de pequeñas y grandes representaciones del Poder en nuestro día a día. Se encuentran en la lengua que hablamos, en las imágenes de los anuncios, en la arquitectura de las ciudades, en la realidad virtual de la teconología, en la civilización antropocéntrica, en las armas de los maderos, en los símbolos nacionales de los fascistas, en las cerraduras de la propiedad privada, en los estándares de los que nos enamoramos, en los muros de las prisiones.

No hay inocentes. Todxs nosotrxs formamos parte de la máquina social del Poder. La pregunta es si somos el aceite o la arena de su engranaje. Por eso, rechazamos la idea de la inocencia aparente de la sociedad. El silencio nunca es inocente. Odiamos tanto la mano que sujeta el látigo como la espalda que pasivamente lo padece.

Hoy, la máquina social se está transformando. La crisis económica que se extiende sobre las privilegiadas sociedades occidentales produce la necesidad de transformar la gestión del Poder. Un nuevo Estado militar-policial, combinado con la dictadura de la tecnología, blinda ahora toda autoridad. Nuevos cuerpos de seguridad policial, campos de concentración para migrantes, reaparición del ejército en las calles, desarrollo de sistemas de seguridad, bancos de ADN y experimentos de control genético minan cada vez más sectores de nuestras vidas.

Paralelamente, la masa social pasa de la era del frenesí del consumo al periodo de las promesas económicas rotas y de la agonía prolongada.

En nuestros días, esta agonía sale a la calle, protesta, se indigna, grita, se queja. Es una mutitud heterogénea que titubea en sus contradicciones. Un mosaico de personas compuesto por gritonxs, demócratas, reformistas, izquierdistas, no alineadxs, ciudadanxs indignadxs, estudiantes secundarixs y universitarixs, sindicalistas, hooligans, nacionalistas, anarquistas y demás.

Por ello, lxs que ven en estos nuevos movimientos contra la crisis económica una perspectiva de liberación y consciencia anarquista se decepcionarán pronto.

Una gran parte de este “movimiento” añora el pasado de abundancia consumista y no desea ninguna rebelión contra la autoridad. Bastantes de estxs indignadxs se fueron a dormir con los bolsillos llenos y se levantaron con ilusiones en quiebra. Por eso, salieron a las calles exigiendo sus fantasías consumistas. Casi nadie realiza crítica alguna a su anterior forma de vida, ni busca un desvío libertario.

Al contrario, desean mantener el anterior orden de las cosas. Particularmente en Grecia, frente al miedo de las penurias económicas, muchxs recurren a la cobardía del racismo y de la propaganda fascista.

Por otro lado, los profesionales de la retórica “revolucionaria”, los reformistas de la izquierda y los sindicalistas vendidos consumen la rabia social generalizada en marchas-procesiones, desfilando con el cadáver del compromiso.

En cuanto a una buena parte de lxs anarquistas sociales de Grecia, ellxs fantasean con escenarios ficticios que hablan del despertar social y del momento mágico en que llegarán las condiciones objetivas. Pero quien se duerme con esperanzas, se despierta con pesadillas.

Para nosotrxs, que nos autoidentificamos como anarquistas de praxis, insurreccionalistas, nihilistas y antisociales, la insurgencia está fuera y lejos de las peticiones económicas y las condiciones objetivas. Abolimos entre nosotrxs la economía como relación social y definimos nuestras condiciones subjetivas como el comienzo de la insurgencia. A decir verdad, no nos interesan los términos y teorías económicas, ni compartimos la angustia por las cifras, las estadísticas y el déficit presupuestario con la sociedad. Solo sabemos como nos asfixiamos en el mundo moderno de la cautividad, ya esté enfermo de crisis económica o no.

Dicho esto, nos alegra la crisis económica. La crisis nos beneficia, pues crea brechas en el territorio de la soberanía para promover nuestros ataques. Abandonamos el lenguaje de la dominación, al igual que la retorica del antídoto revolucionario a la crisis económica. A través de nuestros ataques, queremos agudizar la crisis y crear el caos en las metrópolis occidentales.

Como ya hemos mencionado, en los movimientos de lxs indignadxs y las luchas intermedias reside una comunidad de personas compleja y contradictoria, desde hooligans antifascistas hasta patriotas conservadores. Esta es nuestra oportunidad para relacionar con la anarquía a los elementos más ingobernables que se consumen de impaciencia en la lentitud de las luchas intermedias. Para que esto ocurra, tenemos que movernos manteniendo claramente nuestras características políticas y no camuflarlas para ganar simpatías sociales. Queremos desafiar la polarización y no perecer en la mediocridad de la protesta social.

Así, creamos una propuesta de intervención dentro de las luchas sociales intermedias. Pequeños grupos flexibles de anarquistas de praxis pueden penetran en estas grandes marchas fúnebres y crear el conflicto a objetivos determinados del Poder, ya sea usando el método de “golpea y corre” o -si las condiciones son favorables- levantando barricadas y realizando ataques contra las fuerzas policiales. Estos momentos de conflicto pueden convertirse en un primer punto de encuentro con los elementos más “extremistas” e incontroladxs que van a las manifestaciones. Allí, se adquiere la primera experiencia de ataque, de acción directa y de solidaridad. Desafortunadamente, hasta hoy, esta experiencia suele a abandonarse al azar del próximo encuentro en la siguiente manifestación. Pero nos hemos cansado de correr tras los eventos. No queremos esperar a la próxima manifestación para atacar. Por eso, y en paralelo, proponemos la creación y apoyo de grupos informales de acción directa. Así, la experiencia del enfrentamiento contra lo existente no se limitará a los momentos de una marcha o de una lucha intermedia. Al contrario, se organiza, se coordina y se dispersa a todas las expresiones de nuestra vida, haciendo que los disturbios sean permanentes dentro de nuestra cotidianeidad. Lo que buscamos es transformar nuestro día a día en un combate permanente en contra del Poder y su civilización.

Para que esto ocurra, eliminamos el azar y la automatización. No esperamos ni aniversarios ni la lentitud de las masas de las grandes concentraciones y manifestaciones.

Al contrario, los grupos anarquistas informales de acción se dispersan diariamente dentro del cuerpo social, buscando provocar sabotajes que causen cortocircuitos a la máquina social. Los pequeños grupos anarquistas de guerrilla pueden moverse con facilidad dentro de la radiante mazmorra de la metrópolis y golpear a las colonias del imperio. En la nueva guerrilla que promovemos, expandimos las elecciones de nuestros objetivos de ataque, tal y como el Poder expande sus formas. Junto a los objetivos clásicos, por ejemplo, comisarías de policía o sedes de partidos políticos, detectamos nuevos enemigos, como empresas publicitarias, servicios estadísticos, industrias farmacéuticas, empresas de informática, símbolos del espectáculo, cientifícxs que experimentan con genética, laboratorios de ADN, facultades de administración de empresas, de periodismo, de marketing, etc.

Ademas, un grupo informal de anarquistas de guerrilla urbana puede causar cortocircuitos al tránsito normal de mercancías dentro de la metrópolis. Desde el corte de avenidas concurridas con neumáticos ardiendo, hasta el ataque y la destrucción de medios de transporte de masas (autobuses, tranvías, trenes). De esta forma, aunque parezca que no golpeamos objetivos de la “plutocracia”, dado que las calles y los medios de transporte los usan todos, aun así estamos saboteando al Poder.

Porque así, aniquilando zonas de la metrópolis, estamos liberando el tiempo. Tiempo para pensar, sentir, reflexionar.

Al fin y al cabo, la revuelta anarquista es cuando tú te planteas cuestiones, mientras que la autoridad es creer que tienes todas las respuestas.

Aquí queremos enfatizar algo. Cuando hablamos y pensamos como parte de la insurrección constante sabemos que hay mil maneras de actuar como anarquistas. A menudo, escribimos que queremos que los medios que utilizamos sean fáciles de apropiar para todxs.

Con esta frase, lo que queremos evitar es una confusión que tal vez nos ronde la mente. Algunxs compas, con el término “medios apropiables”, ponen arbitrariamente una vara de medir a nuestra violencia, limitando así los propios medios del conflicto que miden nuestra violencia, restringiendo los medios mismos del conflicto y aislando acciones como la de colocación de un potente artefacto explosivo o el ajusticiamento político de algún ejecutivo del Poder. Según este pensamiento, acciones de este tipo y el uso de medios similares (explosivos, temporizadores, armas de fuego) presuponen una especialización. Nosotrxs, al contrario, creemos que, especialmente hoy, cada individuo que quiera tomar las riendas de su vida puede descubrir las maneras, aprender y utilizar cualquier medio de acción directa anarquista, desde una piedra hasta un kalashnikov. No queremos imponer límites a nuestro ataque. Para no quedarnos solo en palabras, proponemos a los grupos informales de acción directa que contribuyan a la transimisión de sus experiencias, publicando de manera segura a través de la red manuales de fabricación de artefactos incendiarios y explosivos, uso de temporizadores, funcionamiento de armas de fuego, etc.

Además, esta propuesta está ya escrita de maner detallada en otro texto nuestro en la última publicación de lxs compas de 325, enmarcado en el diálogo que queremos abrir entre lxs anarquistas de praxis y los núcleos de la Federación Anarquista Informal.

Por eso, creemos que lo que se necesita es que la voluntad por la revuelta anarquista sea apropriable y los medios no sean más que objetos que solo esperan que nuestras manos y deseos los descubran. Así, evitamos las distinciones entre la violencia de baja o alta tensión y destruimos la reproducción del mito de la especialización. Un ejemplo característico de la polimorfa acción anarquista es el experimento de la FAI/FRI, que asume la responsabilidad tanto de la colocacion de pancartas solidarias y el sabotaje de cerraduras de tiendas comerciales en Perú y Bolivia, como del disparo contra un alto ejecutivo de la energía nuclear en Italia y el ajustamiento de tres policias municipales en México. Es así, pues, como comenzamos nosotrxs también, como Conspiración de Células del Fuego, sin caer nunca en la trampa de la arrogancia de los medios y su jerarquía informal.

Continuando con nuestra reflexión sobre las formas de ataque contra lo existente, creemos que ningún ataque habla por sí solo. Actualmente nada es obvio. Incluso los ataques a bancos, campos de concentración de migrantes o los enfrentamientos callejeros con los pacos en una manifestación pueden ser plagiados y presentarse como algo diferente a lo que son. No es solo el Poder quien tergiversa estos bellos momentos de guerra a través del espectáculo y los periodistas. Lo son también los mitos de la obviedad que existen por nuestra parte. El mito de la sociedad cabreada que supuestamente siente simpatía y apoya nuestras prácticas, el mito de la violencia en masa, el mito de lo “justo”.

Pero nosotrxs no queremos la “simpatía” de una multitud de aplaudores, ni esperamos a la masa para actuar, ni tenemos exigencias para decir que lo que queremos es justo o injusto. Somos lo que somos y buscamos cómplices y compañerxs. Nada menos. Somos anarquistas negadorxs del orden y queremos autodeterminar nuestras acciones, porque estas son retos para quien quiera tomar las riendas de su vida. Porque nuestras acciones somos nosotrxs mismxs. Consideramos, pues, que los grupos anarquistas informales de acción directa no deben permitir que el silencio mutile sus actos, abandonándolos a la dictadura de la obviedad de turno, sino que es importante asumir la responsabilidad de estas a través de comunicados.

Pues, si abandonamos una acción a la merced del anonimato, es como si le arrancaramos el alma a la acción, el sentido que conlleva. La comunicación, que tanto se ha corroído y perdido su esencia bajo la influencia de la civilización moderna, recupera su significado y se libera a través del discurso de lxs compañerxs que realizan cada ataque. Así, la acción deja de ser un motivo per se, no es solo una noticia en algún periódico o meramente un golpe contra el enemigo, sino algo más, una parte de una historia especial, de una herencia especial que escriben en el aquí, en el ahora, personas que comparten un deseo mutuo, el del conflicto permanente y el de la destrucción de lo existente. Una herencia que perdura en el tiempo y está abierta a la crítica y la evolución. De esta manera, consideramos que conquistamos, más allá de la perpetración de hostilidades, una perspectiva insurreccional constante que abraza un galaxia de grupos informales de acción directa y sienta las bases de un debate que, a su vez, es crucial para el desarrollo de relaciones y del compañerismo.

Cada reivindicación, cada comunicado en el que se asumen responsabilidades es una invitación abierta, una pequeña parte de una conversación más amplia, es una manera de plantear preguntas y no de dar respuestas, es una manera de autodeterminación contra cada verdad oficial, es un método de comunicación con compas con lxs que nunca te encontraste o a lxs que nunca conociste, es la externalización de la guerra que llevamos dentro de nosotrxs en contra de la autoridad.

Por otro lado, cada comunicado es el resultado del deseo de un grupo de compañerxs que se sentaron, discutieron, plantearon, se organizaron, atacaron a su objetivo y luego hablaron otra vez, compartieron sus experiencias, hicieron recuento -a veces, su autocritica también, y optaron por comunicar su vivencia y la conciencia de su ofensiva. Para nosotrxs, cada célula o grupo informal es un experimento viviente de las relaciones humanas desde una perspectiva liberadora. En concreto, las células que han demostrado duración en el tiempo son laboratorios de subversión que exploran el centro de las relaciones humanas. Es cierto que las relaciones de lxs compañerxs dentro de grupos informales se ponen a prueba, se evalúan, se dañan, se recrean y cada individux se descubre cada vez más a sí mismx. Una célula o federación anarquista informal no corre tras los eventos, sino que los produce. La formación de grupos informales traspasa el azar de las circunstancias históricas y no abandona la voluntad del ataque en una espontaneidad circunstancial. Al contrario, declara su propia guerra contra lo existente en el aquí y ahora, sin aplazamiento alguno.

Estos grupos y núcleos son una forma de despedirse de la inercia de las masas. Los bautizamos con los nombres que les damos nosostrxs. El nombre de cada grupo en el que participamos es nuestra psique. Es nuestra manera de autodeterminarnos rechazando todas las identidades sociales. No somos ni proletarixs, ni oprimidxs, ni trabajadorxs. No queremos perdernos en el anonimato de la unidad de las masas que nos arrebata nuestra singularidad. Somos el nombre que elegimos nosotrxs para nosotrxs. Por ello, decimos que dar nombre a una célula no funciona como una marca publicitaria. Más bien, como una invitación abierta a organizarse y actuar, a la creación de un grupo propio que pase del punto en el que el retorno a la normalidad sea imposible… Por la constante insurrección anarquista que nunca acabe. Porque siempre habrá un nuevo despertar más bello que cualquiera de los anteriores.

Saludos fraternos,
Conspiración de Células del Fuego, primera fase
y el compa anarquista Theofilos Mavropoulos

Federación Anarquista Informal/Frente Revolucionario Internacional (FAI/FRI).

[Sacado de es.Contrainfo.espiv.net]

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