“Lo que está pasando en Egipto, tendrá eco allá donde la gente está en lucha por el mundo. Si durante años, los ilsamistas de cualquier tendencia han sabido presentarse como los combatientes sociales ante millones de personas en el planeta, se les caerá la máscara quizá hoy en Egipto, como ya ha caído en otras (véase el sur de Túnez). La revolución social en Egipto será, quizá, la tumba de los islamistas y de la reacción religiosa camuflada detrás de una supuesta emancipación social.”
La revolución social es como el mar. Sus olas se suceden, chocan con obstáculos que se presentan, aplastándolos o haciéndolos retroceder a su paso. Con toda la violencia de alce indomable, destruyen golpe tras golpe los vestigios del poder, de la explotación y de la opresión. Una primera ola, inmensa e inesperada, arrastró con ella a la dictadura de Moubarak. Una segunda hizo retroceder al ejército que se disponía a tomar el poder. Una tercera está levantándose hoy contra el nuevo orden que intentan imponer los islamistas.
El verdadero torbellino revolucionario no obedece a ninguna partido, a ningún líder, a ningún poder. Al contrario, son enemigos irreconciliables. Serán barridos a medida que este se haga más profundo. Entre la revolución social que subvertirá toda relación basada en la explotación y la dominación, y los impostores, los líderes, los amos, los partidos, los capitalistas, las autoridades de cualquier calaña, solo puede haber lucha a ultranza. Porque la libertad y el fin de la explotación presuponen la destrucción de todo poder y del Capitalismo.
No es ninguna sorpresa que estos aspirantes a poderosos intenten surfear la ola revolucionaria que invade actualmente el país del Nilo; ninguna sorpresa si los nuevos líderes intentan imponerse engañando y embaucando, con la ayuda de los medios de masas y gobiernos de aquí que hablan de la “oposición”; ninguna sorpresa que el verdadero alce revolucionario se traduzca en el programa de algún partido político, algún referéndum, alguna bandera y lo reconozca algún feudo del poder del mundo. Obviamente, lxs que luchan hoy en Egipto contra el poder actual no forma un bloque homogéneo, ni tampoco aspiran todxs a una verdadera revolución social. Las luchas en curso están atravesadas por miles de contradicciones: entre opositores que exigen una asamblea constituyente sin la influencia preponderante de los ilsamistas y lxs que no ven la salvación en la democracia parlamentaria, lxs que se pegan por aumentos de salarios y condiciones de trabajo más aceptavles y lxs que quieren expulsar a toda la patronal, entre los que se pegan pero sin poner en cuestion los prejuicios, la moral dominante, las tradiciones de opresión milenaria y lxs que luchan tanto contra el poder estatal como contra el peso agobiante del patriarcado en un solo y único combate, lxs que alzan la bandera nacional y lxs que unen sus combates a la lucha de los explotados en todas partes del mundo… Pero es sin duda ahí donde se encuentra la fuerza de la revolución que está en curso en Egipto: más allá de todas la contradicciones, nació en las entraña de lxs explotadxs y oprimidxs. Es ahí donde se libra la verdadera batalla.
Lo que está pasando en Egipto, tendrá eco allá donde la gente está en lucha por el mundo. Si durante años, los ilsamistas de cualquier tendencia han sabido presentarse como los combatientes sociales ante millones de personas en el planeta, se les caerá la máscara quizá hoy en Egipto, como ya ha caído en otras (véase el sur de Túnez). La revolución social en Egipto será, quizá, la tumba de los islamistas y de la reacción religiosa camuflada detrás de una supuesta emancipación social.
En la base de la solidaridad revolucionaria internacional, se encuentra su propio reconocimiento en las batallas libradas en otro sitio. Quedarse como espectadores del arranque insurreccional en Egipto solo puede contribuir a su aislamiento y sofoco. Para apoyar y reforzar el verdadero alce revolucionario, que aspira a terminar con toda explotación y poder, hay que actuar. Lanzarse a la pelea armadxs con la idea de la libertad, la auténtica.
Así, creemos oportuno lanzar un llamado a pasar al ataque, a apoyar la ola revolucionaria en curso en Egipto, allá donde estemos, con nuestras propias ideas, con nuestros propios medios. Si en Alejandría, en El Cairo, en Mahalla… miles de personas se tiran a la batalla por un mundo nuevo, procuremos que cualquier representante del Estado y del Capital egipcio en cualquier parte del mundo se encuentre con el conflicto ha llegado a su puerto. Que cualquier estatal, capitalista y siervo del orden del mundo entero sienta en su cuello el soplido de la revolución social
[Sacado de es.Contrainfo.espiv.net]