El primer texto fue escrito por Tripa el 9 de agosto para que fuera difundido durante la realización de la Jornada Anticarcelaria en México (del 17 y 18 de agosto). El segundo texto es del 20 de agosto antes de comenzar el juicio en su contra.
El silencio y la toma de distancia ampliamente sugeridas por el poder, no hacen más que aumentar el espesor de los muros de la prisión donde son encerradxs. Bien distinto es el camino de la complicidad, camino que se abre de aquellos que quieren saltar en el aire estos muros.
“La resolución de un problema”.
Italia, 1994.
Ahora mismo cuando me encuentro tras estos muros y aún permanezco en la enfermería del reclusorio sur de la Ciudad de México, esperando por mi parcial recuperación, miro a través de la ventana enrejada y mi visión choca con las dos grandes murallas alambradas y protegidas por la torre de vigilancia, las cuales sólo marcan una estrecha división entre una prisión y otra, entre la cárcel y su terror, y la ciudad y su encierro. Dos mundos paralelos, uniformados de un solo color, dos sociedades con un único fin: el control. Estando aquí, doy crédito a Xosé Tarrío y Marcelo Villaroel, afirmo que tanto el análisis como la crítica contra las prisiones deben de partir del eje político y de las ideas, pero también -y muy importante- desde la vivencia personal, desde la perspectiva de quienes viven y caminan en ella.
Las prisiones también son centros de auto-exterminio, en ocasiones un todos contra todos, un lugar donde se lucha por sobrevivir, donde más que adquirir respeto, se inculca el miedo, pero tengo y debemos tener claro, que este auto-exterminio es propiciado directamente por el Estado-capital, quien por medio del terror, el miedo, la corrupción, el hacinamiento, la sobrepoblación, las drogas las negligencias médicas, etc., ponen al individuo en una situación de estrés, confusiones, depresiones eufóricas y enojos, en fin, todo un ambiente de presión que hacen de este lugar un verdadero y permanente campo de guerra. Obviamente hablo de la prisión que me está tocando vivir. Aun pese a todo esto, me percato de la existencia mínima de solidaridad y compañerismo entre los presos, incluso, muy a pesar de la regla base: “En la Cana tú caminas solo y tienes que ver por ti y sólo para ti mismo”.
La cárcel es un claro reflejo del mundo exterior, de una sociedad que se pudre y se descompone hundida en las mismas contradicciones del sistema.
El “modulo” es el espacio carcelario dentro de la cárcel, es decir, la cárcel dentro de la misma cárcel. Toda una estructura de control social, pero que, a diferencia de algunas prisiones o módulos de máxima seguridad, aquí el castigo quizás es sobrevivir en las más pésimas y viles condiciones de vida. El módulo es el peor castigo tanto para los presos problemáticos como para quienes llegan a protestar por algo. Las golpizas de los custodios, el terror psicológico son, junto con el módulo, los principales métodos de control. Una muestra del poder que tienen esos cobardes con placa y porra.
La cárcel en la que me encuentro, es en unos aspectos, diferente a muchas de las que han padecido muchxs otrxs compañerxs: los módulos de aislamiento permanente, los penales de máxima seguridad, los FIES, fueron creados de un modo estratégico y fríamente calculados para que física y psicológicamente despojen al individuo de sus capacidades de cuestionar, crear, criticar, pensar y finalmente, hacer de él un fantasma sobreviviente y dependiente del sistema, sin autonomía, sin capacidad de decisión libre y consciente. Las paredes blancas, sin luz solar, sin actividades recreativas, sin deporte, con vigilancia las 24 horas, buscan matar de tajo el espíritu guerrero de los “rebeldes sociales”, quienes no aceptan y se rebelan sin tanto análisis académico, sin tanto politiqueo. Asimismo están hechas para aniquilar la convicción y lucha de nuestrxs afines y presxs políticxs. Esta cárcel es un claro reflejo de la sociedad mercantil, sus fallos, sus vicios sociales, su hipocresía y el espectáculo, la clara diferencia es que aquí todo se vive más intenso: los picados, quemados, golpeados, están a la orden del día, todo a causa de la reducción del espacio vital al mínimo.
Pese a todo, aquí no todo es mera sumisión. Todo lo contrario, también me encuentro con carnales que mantienen una mentalidad abierta y crítica, con una clara y visible tensión a romper con el aparente “orden existente” y enfocarse en una lucha, mínimamente por “mejorar sus condiciones de vida”, siendo compas no tan politizados y con las intención de radicalizar su pensamiento, su lucha es apreciada, no descartada, pues quienes viven estas condiciones conocen muy bien el porqué de sus reivindicaciones. Sin embargo, no perdamos nuestra línea, yo mantengo otra lectura al respecto sobre la lucha contra las prisiones, ya que más que abolicionista, mis perspectivas y mis actos se enfocan en la destrucción total de las prisiones como estructura física y mental de control social.
Aquí por ningún lado existe la mentada y presumida “rehabilitación” o “reinserción social”, todo se convierte en una farsa, en un circo, en un juego de poder, para lo cual contribuyen psicólogos, criminólogos y sociólogos. Esto es algo que toda la población reclusa lo sabe: “La cárcel es la mejor escuela del crimen”. En ese punto, como anarquista, esa propuesta de rehabilitación no significa nada positivo, pues simplemente sería -o es-, un intento de reinsertar a todos los disidentes en la comunidad del capital y que de una u otra forma, contribuyan al perfecto funcionamiento de la mega máquina. Esta es la única rehabilitación positiva para el Estado-capital.
Antes de concluir con esta breve exposición, me gustaría hacer una aclaración que considero necesaria. En estas líneas me enfoco únicamente al sistema penitenciario, pero cuando hablo de cárcel, también me refiero a cualquier tipo de encierro mental y físico: desde el encierro y tortura contra los animales no humanos, como los circos, zoológicos o laboratorios vivisectores; las condiciones de hacinamiento que, en pro del bienestar y el progreso, el humano impone sobre la naturaleza; el castigo que se impone en las escuelas; la tortura de los psiquiátricos o el “esposo” que encierra y priva de la libertad a sus hijxs y compañera; hasta el secuestro humano por motivos políticos o comunes, etc. Todas son por igual situaciones de cárcel, relaciones sociales que tienen que ser destruidas.
Esta breve experiencia y lo que me falta por vivir, me deja más que claro que necesitamos afilar mejor nuestras navajas y enfocarlos en una lucha mucho más objetiva y directa contra el sistema penitenciario. Debemos abrir nuestras propuestas a otros campos, a otras luchas e incrementar las actividades anticarcelarias -como ésta en la que nos encontramos-. Porque tenemos la absoluta necesidad de propagar la idea que se enfoque en la destrucción de esta y cualquier sociedad cárcel.
Ni reformas ni abolición. Afilemos nuestras navajas, nuestra crítica y nuestro análisis, abandonando las posiciones tibias y de espera, eliminar ya de nuestras contiendas el falso discurso de la culpabilidad e inocencia, discurso del sistema jurídico del Estado que sólo contribuye a incrementar el hacinamiento y criminalización de compañerxs presxs por ser consecuentes con sus ideas de ataque al poder. Una lucha anticarcelaria que mantenga una insidencia en lo social, una verdadera irrupción real y no ficticia, una lucha anticarcelaria con proyectualidad sobre la base, y no una simple actividad que sólo se limite a reafirmar nuestra teoría. Una lucha dentro de una lucha contra todo y por la libertad total.
Compañerxs, por último quiero aprovechar este espacio para enviar mi solidaridad revolucionaria -aunque sea de palabra- para con los compañerxs anarquistas prisionerxs en Italia, Grecia, España, Bolivia e Indonesia, con lxs compañerxs en fuga de Chile, Diego Ríos y Mono[*]. Un fuerte abrazo a Gabriel Pombo da Silva y Marcos Camenisch. Solidaridad con todxs lxs ácratas prisionerxs en el mundo cuyos nombres no recuerdo en este momento, pero están presentes en la lucha. Solidaridad con mi hermana y afín Felicity Ryder, quien desde la fuga se mantiene cara a cara con el enemigo, su actitud frente a la vida.
Compañerxs: a mí me falta un camino por recorrer y a todxs juntxs una lucha que continuar.
PD: La lucha contra las cárceles, es parte de la lucha contra un todo, es sólo un campo de la guerra contra el poder sin dejar de lado todo lo demás. La libertad total.
Muchas gracias por el espacio y la solidaridad.
Mario Antonio López,
anarquista prisionero del GDF, Reclusorio Sur,
Ciudad de México, 9 de agosto de 2012.
* Nota por LT: Tripa hace mención a compañerxs en fuga en $hile, pero el compa Mono no esta en fuga, sino que a la espera de juicio y con “medidas cautelares” por la paliza a un policia antidisturbios el 11/9/11. Acá en $hile lxs compañerxs que han asumido su clandestinidad y han escrito al respecto son Diego Ríos y Gabriela Curilem.
Compañerxs:
Dentro de unos pocos días va comenzar todo el circo jurídico. Veré frente a frente a quienes me acusan y buscan condenarme: a los testigos elaborados por el Ministerio Público, a los buenxs ciudadanxs morales que me acusan “preocupadxs” supuestamente por el bienestar de sus barrios acomodados, gente que sin escrúpulos se venden al mejor postor. Sin más, todo un espectáculo montado por los aparatos protectores del Estado-capital.
Yo me mantengo en la posición de reivindicación pero yo nunca reivindiqué, ni reivindico el “delito”como tal, instrumentado por la parte acusadora: la sociedad. Yo reivindico mis ideas y el haber actuado en consecuencia con lo que pienso, con lo que soy, con cómo vivo y con la forma de concebir la vida, la existencia, el mundo que nos rodea en toda su complejidad, pues como anarquista me doto de una visión universal y no gregaria. El anarquismo es una filosofía cosmopolita, la cual no sólo comprende la economía y la “política”, también comprende los sentimientos como la razón.
En definitiva, comprende cualquier aspecto de la vida, del mundo, comprende la manera en la que nos relacionamos con los demás, con la flora, con la fauna y con el enemigo en común, la cultura, el arte, la geografía, etc.
Todo con base en una idea y práctica de libertad.
Aceptar o reivindicar el delito sería entrar en el dilema legalista de la supuesta “culpabilidad e inocencia”, una filtración bien aceptada, al igual que el discurso de la “no-violencia vs violencia”. Esos discursos sólo han creado una serie de problemáticas y discusiones innecesarias entre grupos, colectivos e individualidades del ambiente anarquista y/o antiautoritario, en donde los más indignadxs y purxs se dignan en “culparnos” a quienes actuamos en consecuencia, ataques que parten más de los valores del sistema y sus estandartes legaloides. El tema de la “culpabilidad e inocencia”, al igual que el de la “no violencia”, son filtraciones del ala socialdemócrata y burguesa, con la finalidad de apagar la necesidad de la rebelión o la insurrección para terminar con la opresión-explotación. Estas posiciones netamente pacificadoras, por una cuestión de lógica con la idea, ya las deberíamos de haber asimilado y desechado, pues como anarquistas tenemos (o deberíamos) tener bien claro nuestro concepto de violencia y violencia
liberadora o revolucionaria, la que es necesaria para liberarnos de las cadenas impuestas por el poder. Saber cómo y cuándo emplearlas.
El hecho de ser antimilitaristas y manifestarnos contrarios a las guerras imperialistas, ataques nucleares, etc., no nos define, ni es sinónimo de “pacifismo” o “pacificación”, así como el hecho de que algunxs anarquistas hablen de armas y explosivos como maneras de atacar los intereses del poder, no significa que nuestra lucha se identifique con el terrorismo.
¡Terrorista es el Estado!
Entonces, aceptar o reivindicar un “delito”, ya sea “daños o ataques ala paz pública” sería legitimar al autoridad de los jueces, -la cual no reconozco- y su disposición a consignarme. No pretendo por el momento, profundizar en este plano, en el futuro así será, con la calma que merece.
Otra cuestión, la intención fracasada del Gobierno del Distrito Federal de vincular a mi persona, así como al espectro anarquista mexicano, con grupos del narcotráfico, es algo preocupante, en el sentido que forma parte de una clara estrategia para enredarme en asuntos legales ajenos a mi persona y, sobretodo, para criminalizar una lucha honesta y justa, que lo queramos o no, está cimbrando en los oídos de mucha gente. Como anarquista, mis ideas y posiciones están a años luz de poder ser ligadas a estos grupos de poder y, como amantes de la libertad, nuestro concepto de organización, está también a años luz de ser parecido al de la delincuencia organizada o cualquier otro grupo de poder manejado por el Estado.
Mi idea es al organización informal, basada en al afinidad, el conocimiento mutuo, la autogestión y la autonomía total.
Esta supuesta guerra contra los cárteles del narcotráfico (narco-gobierno) es una bien instrumentada estrategia de “intervención” o “invasión” orquestada por el imperialismo yanqui y el gobierno mexicano. Sustentadas también por organizaciones capitalistas como el FMI, OMC, BM, así como por organizaciones de militarización como la OTAN, entre otras, y la necesidad del imperio de obtener más control y dominio sobre el centro y sur de América. Todo bajo pretexto de una supuesta lucha contra el “terrorismo internacional”. Estrategias militares como el Plan Colombia o el Plan Mérida, junto con la implantación de bases militares de los E.U.A., justo y casualmente sobre yacimientos de agua, minerales y petróleo, en Sudamérica, nos dejan el panorama de la guerra mundial que se avecina y, que no está de más decirlo, ya comenzó en “baja intensidad”. Aunada a toda esta estrategia, también es la del control y el aniquilamiento de cualquier brote de protesta; grupos subversivos y de protesta, movimientos sociales y, cualquier disidencia contra los planes de dominio del capitalismo están siendo golpeados por los aparatos protectores de poder: militares, paramilitares y policía. Esta llamada guerra contra el narcotráfico, se traduce también en una guerra de “bajo perfil” dirigida contra los explotadxs y oprimidxs que se organizan y luchan.
Lo anterior es sólo un panorama que comparto, es sólo una parte de mi perspectiva contra el capitalismo mundial, ya que para mí, son capitalistas todos los gobiernos y todos los Estados, ya sea México, Venezuela, Ecuador, Finlandia, Italia, Cuba o Bolivia. En todos hay gente que lucha y me solidarizo con ella, con los pueblos autónomos -no idealizados- quienes también son golpeados por la represión de sus gobiernos locales quienes reprimen y encarcelan a quienes no acatan leyes y dicen lo que piensan contra el Estado, por muy “antimperialistas” que se digan ser.
Esta intentona de relación con grupos de poder del narcotráfico, se vio reflejada desde el primer momento después de mi accidente, cuando la prensa comenzó a difundir el rumor acerca de una detención -años atrás- a causa de las drogas. Yo no uso drogas, y no estoy de acuerdo con su uso y mucho menos con los lazos ficticios que algunas personas intentan establecer entre la lucha y éstas, ya que, desde mi punto de vista, las drogas sólo funcionan como un modo de evadir la realidad, invitando a no luchar, si esto se hace, es de forma ficticia, ya que de ningún modo incide realmente para la destrucción del Estado-capital.
Como anarquista cierro mis ojos e imagino un mundo libre, de iguales, donde el apoyo mutuo y la solidaridad verdadera -no esa que se basa en la lástima-, sean nuestros valores. Un mundo libre en todos los sentidos, donde no haya explotación entre humanos, pero tampoco contra la flora y fauna, donde vivamos libres en un ambiente de respeto al entorno natural que pese a su visible exterminio aún nos rodea, Un mundo libre de vicios capitalistas, sexismo, homofobia, patriarcado, especismo, etc.
Abro los ojos y me doy cuenta de la realidad en la que vivo día a día y por el momento, en el presente, no nos queda nada más que organizarnos y luchar: mirando este mundo donde reina la destrucción y muerte, ¿qué nos queda? ¡Sólo la guerra social contra el Estado. Sin más! Sin mediaciones ni alianzas estratégicas; organizándonos libremente, sin jerarquías, ni lideres, libre y autónoma. Organización informal anarquista.
Mario Antonio López Hernández,
Anarquista preso del Gobierno del Distrito Federal.
Reclusorio sur, Ciudad de México.
20 de agosto de 2012.