“El hecho de que sus juzgados nos condenen, nos deja indiferentes. Hemos tomado nuestra decisión, la defenderemos y con cabeza en alto recibiendo cualquiera de sus vengativas sentencias.
La solidaridad entre nosotros no es simplemente una obligación más o unas fáciles palabras escritas sólo porque sí. Es la esencia de nuestros valores y de nuestra ética revolucionaria. Es nuestra propia percepción del compañerismo.”
El 2 de diciembre lxs compañerxs de la Conspiración de Células del Fuego y Theofilos Mavropoulos sacaron una carta en solidaridad con Rami Sirianos, juicio que se iniciará el lunes que viene, 5 de diciembre.
“…odio al monótono, repetido sonido del despertador que pone en marcha el cuerpo, sin que la mente lo quiera. Odio al chantaje que, contrariamente a lo que deseo, me convierte en un engranaje más de la maquina de producción y consumo de vuestra civilización. Odio la sensación de ver mi propio reflejo en la ventana del autobús por la mañana y cuando algunas veces puedo distinguir en mi propia mirada una apatía que está considerada como un ingrediente necesario para el proceso de la esclavitud asalariada. Odio a todas esas miradas que junto a la mia completan esa horrible imagen de la sumisión completa y de la perpetua capitulación. Odio a esos falsos “buenos días” que estamos intercambiando sin vida y a esas torceduras de labios que nos forzamos para que se parecieran a una sonrisa. Odio a la rutina cotidiana y más todavía odio aquellos momentos en que estoy llegando al punto que todo eso ya ni me molesta tanto. Odio a mi “jefe”, aunque sería uno de esos “buenos”. Odio también a mis “colegas del trabajo” porque, por alguna razón, en las relaciones que tenemos puedo intuir un invisible antagonismo por, cualquier sea, favor del “jefe”. Odio a los “clientes malos” que, de un modo grosero, me están fastidiando ya desde muy temprano por un montón de razones de mierda. Odio a los “buenos clientes” que están confirmando a sí mismos su “superioridad” dejándome, como limosna-propina, las moneditas de cambio. Odio a la opinión común que ve todo eso como algo lógico, mientras yo estoy sintiendo que vivo perdido en un “mal viaje”. Odio la cárcel en que vivo, en que me muevo, consumo, respiro, existo. Me odiaré a mi mismo si no hago algo contra todo eso. Puede ser, que no sé como describir a ese sistema en términos económicos y universitarios, pero sé totalmente lo que me manda mi consciencia y mi alma, sé cuál debe que ser mi posición en eso.
Me niego de ser un trozo más de su sistema. Me niego a ser uno más de la opinión pública de su sociedad. Rechazo a la civilización que se cola por todos lados como si estuviera algo que se entiende por sí mismo. Rechazo las ideologías anticuadas y percepciones desarmadas que están reduciendo todo a estadísticas económicas y papeles de clase. Las cosas más importantes en la vida tal vez son las más fáciles de percibir. Rechazo a su rebaño y paso al otro lado de la orilla con un sólo objetivo: de trasformar esa negación y ese odio en actos, el objetivo de los cuales son ustedes. Con un objetivo, la destrucción total de su sistema y sus vasallajes. Yo sé que no voy a ganar esta guerra, pero no me importa. Porque mi deseo de luchar me hace sentir, por primera vez en mi vida, tan libre. Sé también que no estoy solo. En esta orilla he encontrado otra gente más, compañeros en el ataque. Individualidades salvajes que colectivizan su rabia. Y golpean con odio. Y golpean con alma. Caen heridos para luego levantarse de nuevo, a una altura más por encima de cada una de esas escorias con trajes de su mundo. Combatimos por la anarquía y el caos. No estoy intentando convencerte para que me siguas. Esta decisión no precisa tanto los argumentos de otros, más bien tienes que escuchar, por primera vez con oídos abiertos, a tu propia voz. Y quizás una vez nos vamos a encontrar detrás de las ardientes barricadas en el corazón de esa metrópolis, ahí dónde llevaremos a cabo nuestros propios actos de guerra, con odio pero también con todo placer…”
La esclavitud asalariada y su vivencia ofrecen más que bastantes razones para rechazar a este sistema en su totalidad. Las expropiaciones, los sabotajes, las ejecuciones políticas, los incendios, los ataques con bombas, nuestras molotovs y piedras en marchas combativas, como también la difusión de nuestro discurso y puntos de vista son partes de nuestra propia cultura. Son partes de nuestra propia revolución individualista, la que vivimos aquí y ahora. Puede ser que sus juzgados tengan todas las cosas separadas según artículos y leyes, puede ser que castiguen con ellas diferentemente, de acuerdo con su propia lógica del sistema, pero nosotros lo vemos de otra manera. Todas esas opciones del ataque son indivisibles y forman parte de nuestra polimorfa lucha por la destrucción total de la civilización autoritaria. El hecho de que sus juzgados nos condenen, nos deja indiferentes. Hemos tomado nuestra decisión, la defenderemos y con cabeza en alto recibiendo cualquiera de sus vengativas sentencias.
La solidaridad entre nosotros no es simplemente una obligación más o unas fáciles palabras escritas sólo porque sí. Es la esencia de nuestros valores y de nuestra ética revolucionaria. Es nuestra propia percepción del compañerismo.
Estamos a lado del anarquista revolucionario Rami Sirianos a la vista de su juicio que empezará el 5 de diciembre. Estamos a su lado por la postura orgullosa que mantuvo en su caso, tanto como por su siempre combativa y ofensiva postura dentro de los muros. Estamos a su lado porque sigue siendo insumiso y desobediente, sin importar el costo. Los castigos disciplinarios y aislamientos no son suficiente para reducir el grado de su dignidad.
Lxs miembrxs de O.R.CCF y el compañero Theofilos Mavropoulos