“Hoy les decimos una vez mas que estamos en guerra, dispuestxs a enfrentarles y atacarles porque el miedo no nos paraliza, porque tenemos la convicción de acabar con toda forma de poder y porque sentimos el deseo de difundir el miedo entre quienes ejercen el monopolio de la violencia, ya sea estatal o privada.”
Hoy hemos sentido lo que es desplegar nuestra ferocidad salvaje que tanto se esfuerzan en machacar imponiéndonos formas de vida institucionalizadas, ser hombres o mujeres civilizadxs, obedientes y sumisxs.
Hoy frente a la Alcaldía de La Paz, a dos pasos de la Vicepresidencia y a diez metros del Banco Central de Bolivia colocamos un artefacto incendiario con napalm, iniciado por un mecanismo de relojería y una mezcla incendiaria sobre un cajero automático de una “habitación” de tres cajeros del Banco Mercantil Santa Cruz. Frente a sus cámaras y sus repugnantes agentes del orden les hemos burlado.
Hoy les decimos una vez mas que estamos en guerra, dispuestxs a enfrentarles y atacarles porque el miedo no nos paraliza, porque tenemos la convicción de acabar con toda forma de poder y porque sentimos el deseo de difundir el miedo entre quienes ejercen el monopolio de la violencia, ya sea estatal o privada.
Porque ni montajes ni encarcelamientos contra nuestrxs compañerxs de lucha, en cualquier parte del mundo, podrán detener nuestra rabia destructora ante la podredumbre de lo existente que cínicamente llaman “vida”. Una vida que nos negamos a aceptar y mucho menos hacer propia, plagada de conformismo y dependencia, despojada de libertad, del disfrute de los sentidos, de reflexión, de autodeterminación, de dignidad.
Pretenden domesticarnos para ser sujetos artificiales, de emociones controladas y comportamientos predecibles. Estupidizadxs por estereotipos, la televisión, el consumo y las drogas, enajenadxs por el trabajo, la tecnología y el dinero. Pero contraponiendo lo que esta realidad es con lo que podría ser, nuestras ansias de destruir todo cuanto nos oprime nos convierte en sus peor pesadilla: irreductibles e irreconciliables enemigxs de la sociedad.
El pasado 25 de septiembre (1) el gobierno ha demostrado públicamente, mediante las fuerzas del orden, su verdadero rostro. Sin dudar y ante los ojos de la mayoría ha propagado a través de las balas y los golpes el típico mensaje paralizador y ejemplificador del miedo y las posibles consecuencias de una oposición activa a los proyectos civilizatorios propiciados por intereses empresariales y estatales. Ahora, en sus intentos de apaciguar el conflicto, (el gobierno) se muestra conciliador y dispuesto al dialogo con lxs habitantes del TIPNIS y lxs marchistas, e hipócritamente da una buena imagen a sus simpatizantes (ONGs, movimientos y partidos políticos, indigenistas, etc).
Aunque nuestra lucha nada tiene que ver con estos movimientos e ideologías reformistas (como el sumaj kawsay (2) de la cosmovisión andina, el desarrollo sostenible y el capitalismo verde y el resto de grupúsculos que pretenden sumar “prestigio” o adeptxs), ni con los pactos o el dialogo con las autoridades, ni tampoco con la defensa de formas de vida, si bien no urbanizadas, si jerarquizadas, reproductoras de relaciones de dominación patriarcal, especista, etarista (3) y sedentaria; nosotrxs si asumimos una posición activa dentro del conflicto que no se reduce a un determinado pueblo o a un territorio en particular. La irrupción de una carretera por cualquier parte del mundo (pues, esta carretera enmarcada en el proyecto IIRSA finalmente “gracias” a las negociaciones de lxs indígenas se construirá por otro tramo que no atraviesa el TIPNIS) o el actuar de las fuerzas represivas son expresiones y avances del capital (de la civilización y el urbanismo) que no nos sentaremos a observar impávidxs, sino muy por el contrario, intensifican nuestra actividad conspirativa y la urgencia de vengar cada golpe.
Por esto nos oponemos a cualquier modificación de la tierra, mas aun siendo en pos de explotarla y domesticarla, alterando las condiciones de vida de lxs seres que la habitan (animales humanxs, no humanx y plantas), traficando mercancías, imponiendo el asfalto.
Entendemos el sabotaje como un arma más de ataque y destrucción de todo lo que nos oprime, que contribuye a crear realidades y formas de vida desalienadas, que escapan de la domesticación, perturbando la normalidad, desafiando y vulnerando sus dispositivos de control, impulsando la destrucción del orden mediante el caos y el fuego que emerge de nuestras entrañas.
Hoy hemos atacado y lo hemos hecho sonriendo, con esa misma sonrisa de complicidad saludamos a quienes ya han pasado a la ofensiva y a quienes dentro de las cárceles siguen desafiando a la autoridad.
Esta acción también pretende ser un solidario gesto de apoyo y fuerza para Luciano Pitronello, Zerman Elias y los demás compañeros presos consecuencia de la violencia callejera en Chile y las rebeldes en todas partes del mundo.
Núcleo de acción incendiaria por la propagación de la revuelta
FAI-FRI
(1) El 25 de septiembre fuerzas policiales intervinieron violentamente un campamento donde descansaban lxs marchitas del TIPNIS. Tras el susto provocado por la violencia policial muchxs corrieron hacia la selva donde estuvieron perdidas 36 personas durante algunos días. La represión dejo varias personas heridas y dos niñxs asesinadxs.
(2) “Buen vivir” en Quichua
(3) Discriminación, prejuicio y opresión/forma de dominación en relación con la diferencia de edad. “Respeto a lxs mayores”, desprecio a lxs viejxs, subestimación de lxs niñxs y/o sobreprotección.