El día 24 de Junio de 2009 el compañero Diego Ríos tomó la decisión de darse a la fuga, con el objetivo de no caer en las garras del enemigo.
Tras ser allanada una casa particular (propiedad de su madre) en el centro de Santiago, el poder envía a sus lacayos monigotes a allanar el Centro Social Autónomo Jonny Cariqueo, lugar donde residía Diego. No obstante, al interior de lugar no lo encontraron a él, ni tampoco a alguien que les diera luces de su paradero.
Luego de tres meses de ocurrido este hecho aparece en el diario una noticia en la que se aludía que Diego Ríos era buscado con orden de detención (inexistente hasta ese momento), al ser considerado el proveedor de pólvora negra de algunos de los atentados acontecidos en el último tiempo. Ese día, por primera vez, aparece una foto de él en los medios de comunicación.
Hoy, un año después de iniciada su fuga nos encontramos nuevamente viviendo otra oleada represiva del poder, vociferada y avalada ampliamente por la prensa. Sin embargo, el escenario político actual posee tintes particulares que hacen que visualicemos el contexto de hoy de forma distinta.
En estas últimas semanas hemos podido encontrar en varios periódicos burgueses, ciertas páginas relacionadas con el acontecer investigativo respecto al denominado “Caso Bombas”. Han aparecido en diversos diarios (especialmente en La Tercera y El Mercurio) algunas declaraciones del actual Ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter y por supuesto las
infaltables palabras del recientemente designado fiscal con dedicación exclusiva del caso, Alejandro Peña.
Las palabras vociferadas por estos verdugos, se han esmerado en apuntar con el dedo a distintos compañeros que son investigados por su supuesta participación en los atentados explosivos realizados en los últimos 4 años.
La prensa, extrañamente, nos ha dado pistas bastante concretas de aquellos que son buscados por las policías; además, ha hecho alusión a las suposiciones que tienden a ubicar el actual paradero de Diego en Argentina, ante lo cual prontamente, esbirros de la Policía de Investigaciones se trasladarían al otro lado de la cordillera para buscarlo.
Muchas reflexiones podemos obtener a partir del actuar del aparataje represivo estatal, relacionado con las personas a las que apuntan las líneas investigativas trazadas desde hace un tiempo atrás. Extensas carpetas que dan forma y nutren el fondo del denominado “Caso Bombas”, actualmente en manos del fiscal Peña; el cual, implantando su ya conocido modelo de organización jerárquica aplicado en las redes de narcotráfico, ha modificado la forma de analizar la información que poseen, con el claro objetivo de responsabilizar a quienes son buscados, del delito de Asociación Ilícita.
Ante la imposibilidad que han tenido de lograr prósperos resultados en la búsqueda de personas concretas que hayan participado en algún atentado, aparece el delito de asociación ilícita como la mejor forma de encerrar por una amplia cantidad de años, a quienes, sin poder hacer una directa relación con una explosión en particular, se pretende hacerlo a partir de las ideas antiautoritarias que han planteado abiertamente; dejando en la cúspide organizativa a “descolgados” de organizaciones político-militares de antaño.
Es ante el contexto represivo actual, en que surge la necesidad de escribir estas líneas, las cuales poseen dos objetivos fundamentales.
Por un lado, busca ser un llamado a todos quienes están posicionados contra los poderosos y su autoridad que incansablemente nos intentan imponer, a estar atentos, alertas y pendientes de los posibles golpes represivos que el poder intente asestar en el plazo que el mismo Peña impuso (15 a 20 días, a contar del 16 del presente mes).
Entendemos que el poder lo que persigue son aquellas ideas que hagan peligrar su orden actual, para lo cual buscarán por todos lo medios, aniquilar y acallar a todo aquel que encarne dichas ideas. Es por esto que nuestra mejor forma de enfrentar el aparataje represivo, es evocar y llamar a la solidaridad activa, especialmente con todxs lxs compañerxs que han sido evidentemente apuntados, refiriéndonos con ello, a todxs aquellxs hermanxs que habitan diversos espacios abiertos posicionados públicamente en guerra contra la autoridad; hecho que por supuesto, los pone como
primeros enemigos a combatir por el poder.
Por otro lado, buscamos saludar y hacer un llamado a no olvidar la decisión del compañero Hiena, y no recordarlo exclusivamente como el compañero clandestino, idealizando su decisión sin tomar el peso emocional que conlleva. Sino que se le debe saludar y hacer presente porque su decisión es no entregarse, su decisión es no claudicar ni rendirse en este combate que forma parte de la guerra social. Él y su vida como propagación de la lucha, nos llaman a mantenernos dignos, firmes y más fieros que nunca; sin doblegarnos frente al aparataje represivo, ya que la guerra
continúa su curso y no se detendrá sólo porque el poder esté sediento de sangre insurrecta y guerrera.
Porque nuestras convicciones y el irrefrenable deseo de libertad son intransables, y nuestro arrojo en esta guerra lo demuestra. Ya que nuestra mejor forma de hermanarnos en la lucha, es continuar en este combate, siempre de pie y con la frente en alto, orgullosos de la posición de guerra en la que nos asumimos y declaramos.
¡A multiplicar todas las formas de ataque en esta lucha contra la autoridad!
¡Porque la solidaridad se dota de sentido sólo cuando deja de significar palabra escrita y se convierte en una acción que se enfrenta aguerridamente contra el poder!
¡A sobrepasar el aparataje represivo actual; creando, analizando y expandiendo las ideas antiautoritarias en todos los frentes posibles. Con nuestras convicciones mas firmes que nunca, dando cara a nuestros eternos enemigos; el estado, el poder, el capitalismo y la autoridad!
Ediciones Insurrectas Fanya Kaplan
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