La tristeza se torna rabia, la consternación se transforma en desprecio hacia la cárcel y los carceleros. Los gritos de los muertos se trasforman en gritos de rebeldía contra este mundo constructor de centros de exterminio.
Hoy se comienza a cuestionar el funcionamiento de las prisiones afirmando que están colapsadas, sin embargo este terrible hecho es solo el reflejo del colapso del sistema en su totalidad, de su inviabilidad para crear y potenciar relaciones sociales sanas. El cuestionamiento, por lo tanto, debe estar dirigido contra la sociedad que crea estos centros de exterminio destinados a la aniquilación mental y física de los seres humanos, y que requiere inevitablemente de cárceles para lograr perpetuarse.
En estos lugares donde se materializa la criminalización de la pobreza y la persecución de ideas y estilos de vida contrarios a los hegemónicos, es aquí donde el autoritarismo de esta sociedad muestra una de sus peores caras.
En estos momentos, que duraran solo días, cuando diferentes sectores políticos y sociales sensibilizados por el horror de las muertes se levantan pidiendo mejoras carcelarias, construcción de nuevos penales, terminar con el hacinamiento, poner más gendarmes, en definitiva, reformar este sistema de muerte…habemos algunos que decimos con más fuerza: ¡Fin a todas las prisiones! ¡Fin a la sociedad carcelaria!
Francisco Solar Domínguez.
Preso en la Cárcel de Máxima Seguridad.