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Caso afiches AHORA ES! A un año de lo ocurrido, algunas reflexiones

10.09.09

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Comunicado:

La madrugada del 9 de septiembre de 2008, tres individo/as fuimos 5 dias encarcelados por pegar en las calles afiches que llamaban a atacar a ricos y poderosos e incluia un instructivo para hacer bombas molotov. Fuimos delatados por el dueño de un pub que al ver los afiches llamó alertando a carabineros. Solo al ver las noticias desde los calabozos de la comisaría esa mañana, pudimos vislumbrar la magnitud mediática que nuestro acto cobraba. Hoy, luego de un año de lo sucedido, queremos compartir algunas reflexiones nacidas a partir de la experiencia vivida.

Primero. Nos dimos cuenta que cometimos un grave error al no tomar el peso del contenido de la propaganda que pegábamos y, por ende, la subestimamos y no tomamos ninguna precaución. Hoy sabemos que esos simples papeles no eran algo inofensivo al ver la reacción del aparataje mediático, policial y judicial con que el Estado nos acusaba ser peligrosos, subversivos, delincuentes, amenazándonos y condenándonos públicamente.
No es nuestra intención victimizarnos, solo mencionar que nuestra experiencia nos hizo aprender en carne propia cómo los poderosos pueden golpear a una persona y sus cercano/as por propagar ideas que atenten contra el orden establecido llamando a la acción, pues hubiera sido peligroso para ellos si el mensaje de esa propaganda se hubiera expandido y materializado en los hechos. Por eso se desplegó contra nosotros toda una maquinaria que a nivel mediático sirvió para atemorizar a la población en vísperas de un nuevo once de septiembre, llevando al extremo la creatividad teórico-conceptual de los periodistas que aseguraban que pertenecíamos a algún grupo “anarko-delictivo”” (¡¡qué es eso?!!) , entrevistando a políticos para generar un sensacionalismo que se reflejaba en la gran cantidad de medios de prensa que estuvieron en nuestras audiencias, excepto, obviamente, en la que se nos permitió volver a pisar la calle. A nivel policial, nuestras casas fueron allanadas con una violencia y espectacularidad inusitada hasta el momento para un caso de propaganda. Nuestros familiares recibieron con terror la llegada de las micros y furgones policiales desde donde se bajaron policías armados con uniforme y otros de organismos de inteligencia que esperaban encontrar armas y enfrentarse – como supimos después – con alguna célula subversiva. Desde luego, abandonaron las casas en silencio llevándose solo unos textos y nuestros computadores, entre otras cosas. A nivel judicial, el Estado por medio de la fiscalía y la Intendencia pedía años de cárcel para nosotros/as recurriendo a teoría del derecho conocida como Derecho Penal del Enemigo, basada en la supresión de todo derecho para quien el Estado considere que atente concientemente contra el orden social. Finalmente, se nos decretó una prisión preventiva de tres día con 3 meses de investigación que se han extendido por año por petición del gobierno que quiere que nuestro acto no salga impune y sirva de ejemplo, imputándonos la Ley de Seguridad del Estado en la justicia civil y la Ley de control de armas en la justicia militar.

Queremos dejar esto bien claro para que sirva de precedente y aprendizaje – no dudamos que así haya sido- para que se considere que cualquier acto, por mínimo que parezca, si se entiende como un ataque al dominio del poder, puede tener sus consecuencias. Que nuestra experiencia sirva de lección.

Segundo. La experiencia de la cárcel, nueva para nosotros/as, no hubiera podido sobrellevarse sin los diversos actos de solidaridad que pudimos recibir desde afuera y dentro de la prisión. Si bien la familia suele apoyar incondicionalmente, mucha gente que nunca habíamos visto estuvo presente en las audiencias, elevando nuestro ánimo y nuestra moral luego de esperar horas con nerviosismo la resolución de nuestro caso. La solidaridad, como práctica, escapa al amiguismo y lo pone en segundo plano. De esto nos dimos cuenta al momento de ver cómo luego ciertos “conocidos” nos negaron el saludo y rehuían nuestra presencia, tal vez creyendo que les contagiaríamos la cana. Para eso/as cobardes, nuestro más humano y real desprecio. Así separamos aguas al ver en las audiencias rostros conocido y otros que nunca habíamos visto que estaban ahí para apoyarnos, queriendo demostrar que nunca va estar solo/a quien sea condenado por propagar la idea de rebelarse. A todo/as ellos, sepan que su presencia nos subió enormemente la moral en esos difíciles momentos.
También fuimos testigos de la solidaridad al interior de la cárcel, donde violadores, homicidas y grandes narcos son minoría ya que la gran mayoría de preso/as son personas que osaron robar para vivir o ponerse al servicio de algún narco guatón (esos que rara vez pisan la cárcel). Fueron ello/as quienes tanto en el COF como Santiago Uno nos dieron un lugar entre ello/as, ofreciéndonos su comida y un espacio en la mesa, útiles de aseo, aconsejándonos y dándonos ánimo. No idealizamos a nadie, pero entre inadaptado/as sociales experimentamos inolvidables experiencias de solidaridad entre preso/as, concientes de no haber vivido la cana dura que se vive en la Ex penitenciaría o la Cárcel de Colina.
La solidaridad, por tanto, es un elemento fundamental para que para que el prisionero no decaiga. Es necesario apoyar a lo/as que caen. Hoy vemos una situación similar a la de nosotros/as en
Pablo Carvajal Aracena (19) y Matías Castro Aguilera (20), los alumnos de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC) acusados de participar en un ataque a un cuartel PDI. Ellos necesitan sentir también la solidaridad.

Por último, nos cuestionamos duramente la actitud de derrota, vergüenza y humillación con que asumimos el encierro durante esos días. Creemos que quienes deben agacha realmente sus cabezas y arrepentirse de sus actos son todas aquellas personas que se otorgan a sí mismo el derecho de juzgar, encerrar y castigar a otro/as. Quien hace de esto su profesión y oficio no es una víctima del sistema pues ha tomado concientemente la decisión de ganarse la vida humillando cobardemente a lo/as preso/as y sus cercanos en los centros penitenciarios, que no son más que jaulas cuya existencia debería ser eliminada de la faz de la Tierra.

…La cárcel no es solo cemento, está también en quienes la justifican y reproducen.

Sin más que decir, un abrazo a quien lo merezca.
Tres imputadxs un 9 de septiembre.


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