por anonimxs:
Hace un tiempo se viene generando un debate dentro del “espectro del anarquismo” que nos ha llevado a varias observaciones que consideramos de utilidad publicar, pues la tensión es una eficaz herramienta en la generación de cualidades, y ciertas ideas antes publicadas nos instan claramente a manifestarnos.
En nombre del Anarquismo se ha generado una disputa del cómo proceder para la revolución social que todos los anticapitalistas, de una u otra manera, enarbolan. Pues nosotros negamos la ideología, negamos que la vida pueda concebirse de una manera determinada, y negamos más enfáticamente aún que si queremos destruir todo el orden existente (algo que no todo “anticapitalista” quiere, de eso estamos seguros) existan claves establecidas. Pasos a seguir predeterminados o estrategias que nos lleven a lograr “objetivos generales”, como la idílica “Revolución Social”.
Nuestra inquietud ante el orden social existente nos ha llevado a percatarnos de que entender esto como un acertijo mental por una parte, y prácticas parciales por otra, es encarnar la alienación que el capital necesita para existir. Aquí queremos explicar que anhelamos la anarquía, anhelamos destruir a la sociedad y todo rastro de autoridad, no nos vamos a pelear El Anarquismo en base a argumentaciones teóricas ni fetichismos que no llevan a nada en lo concreto.
La sociedad es la imposición de vivir en función de algo que no hemos elegido. Es una figura teórica que han sabido insertar hasta en el plano sentimental de los explotados, ni el fútbol, ni la nacionalidad se salvan de debates “ciudadanos”; pero la sociedad, no, la sociedad nos alberga y nos hace personas; la sociedad es la garantía del “bien común”, “el hombre no puede concebirse lejos de la sociedad”, y todo “antisocial” es enemigo y peligro para cada uno de los componentes de la sociedad.
Pero, ¿Quién ha podido realmente optar por vivir así?. A nosotros nadie nos preguntó si queríamos. Fuimos arrojados a la vida siendo “hijos” de alguien, luego fuimos “alumnos”, “trabajadores”, “rebeldes” a veces, y hoy la sociedad nos ofrece un limitado campo de posibilidades, ya sea el “trabajo”, la “marginalidad”, o incluso ser “revolucionarios”, donde extender redes de conciencia entre las personas nos haga sentir que cambiamos las cosas y “subvertir espacios del capital” debe ser nuestro “objetivo general”, para el cual aplicar “estrategias” específicas.
La sociedad es el orden imperante, es el esquema de vida que los poderosos imponen exitosamente, donde una serie de “roles” deben ser ejecutados para su funcionamiento, todos predeterminados, cada uno de ellos prefabricado y controlado por ellos, pero también silenciosamente aceptado por quien es explotado, pesadamente cargado (a nadie le gusta trabajar, a nadie con atisbos de humanidad, por lo menos) sin valentía para enfrentarlo, la “gente” ejecuta esto, la gente es el blanco de los plataformistas que se indignan cuando un grupo de “insurrectos” señala que la gente es enemiga por ser cómplice de la autoridad. Para nosotros, la guerra social es el contexto en el que vivimos, y es un conflicto que se libra con posicionamientos claros: no lo hemos perdido porque aún sentimos, aún nos permitimos porfiadamente sentir placer cuando quebramos sus esquemas esclavizantes, aún nos sentimos realmente vivos cuando los cuestionamos y los atacamos (porque la vida la entendemos como un verdadero placer lleno de vorágines, de imprevistos, de dudas y extremos, y no como una rutina: llegar a viejos y percatarnos de que toda la vida trabajamos para otro es nuestro mayor miedo).
La guerra social se libra contra los poderosos, contra la sociedad que nos imponen, por eso destruimos sus lógicas de relaciones, pues el capitalismo es una relación social y no un mero modo de producción. El capitalismo es la negación de la libre asociación entre seres autónomos, vivos y críticos. El capitalismo es todo un modo de vida, y nosotros entendemos que la guerra social se enfrenta desde un bando claro: los antiautoritarios. Esta guerra es el conjunto de nuestras vidas, la hemos asumido e implica toda nuestra energía, una insurrección permanente donde el capital se ataca sin treguas, sin esperas ni concesiones. Entendemos que hay sujetos claramente posicionados (poderosos y autoritarios) y también hay cómplices, hay “gente”, que sólo acata y mastica rabia día a día. Ellos no son nuestro objetivo, la “gente” se caracteriza por evitar el conflicto, pero cuando éste se hace presente ante ellos, sólo les queda posicionarse. Ellos verán donde, a nosotros no nos consta que su explotación y miseria los haga nuestros aliados, un paco puede ser más explotado y miserable que nosotros mismos, pero defiende la autoridad porque esa es su posición.
Es así como la práctica nos ha señalado que la cualidad es lo que nos dota de golpes más efectivos contra la autoridad, desarrollarnos constantemente, criticarnos implacablemente, tensionarnos y no acomodarnos en ideas fijas los descoloca, romper con sus lógicas, hacernos invisibles, desintegrarnos ante sus ojos los golpea certeramente. Es así como se propaga por sí solo el ataque al capital, no necesitamos organizar a nadie, el referente lo da la acción directa (en todo el amplio espectro de posibilidades que este concepto engloba) y no un discurso de profesionales de la teoría vacía, pues sin acción, la teoría pierde todo sentido.
¿La gente?. No sabemos si es nuestra enemiga, cuando el conflicto desborde y obligue a la participación, en ese momento podremos responder tan capciosa pregunta, la “gente” no es más que individuos específicos con capacidad de autonomía, son sujetos iguales a nosotros, no rebaños a los que despertar.
CONTRA TODA SOCIEDAD E IDEOLOGÃA
AUTONOMÃA Y LIBRE ASOCIACIÓN
Anarquismo Antisocial ¿Es la gente nuestra enemiga? / por Corriente de Acción Libertaria-Chile
Las tácticas anarquistas en la lucha revolucionaria / por Voz Negra