Comunicado:
Activistas de Igualdad Animal han rescatado a tres pollos de un matadero de aves de Madrid. Alrededor de las doce de la noche, tres activistas de Igualdad Animal entraban en un matadero de aves como parte de la investigación sobre mataderos que la organización está realizando en diversos mataderos de España. Una vez dentro, vimos a tres pollos que yacían inmóviles al lado de las jaulas de transporte, entonces vacías, cercanas a los ganchos de la cadena de matanza. Aunque a primera vista parecía que estaban muertos, pronto vimos que uno de ellos hacía esfuerzos por levantarse, tras examinar a los otros dos y comprobar que todavía estaban vivos, decidimos llevarlos con nosotros.
Los pollos fueron llevados a un veterinario por las múltiples heridas que presentaban. Uno de ellos, Virgil, tenía dos huesos de las alas fuera, con fracturas abiertas y una extremidad dislocada, mientras que otro, Allen, tenía una fractura abierta de un hueso del ala y varios hematomas en la otra. El tercero, Donald, tenía una infección respiratoria -seguramente debido a haber tenido que vivir dentro de una granja con el aire cargado de vapores de amoniaco de los excrementos y orines de las aves- y además presentaba múltiples hematomas en las articulaciones de las alas, seguramente por el trato recibido al meterles en las jaulas de transporte hacia el matadero.
Virgil ha sido eutanasiado mientras permanecía sedado durante la operación quirúrgica a la que fue sometido para intentar recuperarle. Su estado de salud era terrible como se pudo comprobar durante la intervención en la que el veterinario vio que no era viable su recuperación con un mínimo de calidad de vida.
Donald ha muerto debido a los problemas respiratorios e infecciones que tenía y a pesar del tratamiento veterinario que recibió.
Otro de los pollos, a quien hemos decidido llamarle Allen, ha sido operado. Se le ha seccionado la parte del hueso que estaba expuesta al aire pues no era viable y ahora está recibiendo tratamiento veterinario y recuperándose en un lugar adecuado para él donde ha podido sentir por primera vez en su vida el sol sobre él y donde puede descansar tranquilo a cargo de personas veganas responsables.
→ Lamentamos sus muertes y tratamos de recordar que al menos Virgil ha podido morir sin sufrir y sin que nadie se beneficiase de su explotación y que Donald ha podido descansar y dormir tranquilo bajo el sol en sus últimos dos días de vida.
Aunque los pollos (se denomina así a los gallos jóvenes) pueden vivir hasta 9 años, antes de cumplir dos meses alcanzan el peso que se considera rentable para su explotación y son enviados al matadero. Su rápido crecimiento se debe a varios factores como el tipo de alimentación que reciben, la manipulación de sus ciclos de luz y la selección genética.
Abriéndose camino a través de la cáscara, los pollitos nacen a los veintiún días después de que sus madres hayan puesto el huevo fecundado. Nunca podrán incubarlo como haría toda ave. El huevo será llevado junto con otros a una sala con temperatura controlada donde permanecerá durante tres semanas hasta que eclosione, momento en el que será separado de la cáscara y metido en en cajones con otros miles más de pequeños polluelos para ser transportados hacia las granjas.
Las granjas consisten en naves donde decenas de miles de pollos viven sobre un suelo formado por paja mezclada con sus propios excrementos y orina. La exposición constante a sustancias irritantes como el amoniaco provocará graves irritaciones en sus cuerpos, y problemas respiratorios. La corta vida de estos animales transcurrirá en un día perpetuo dado que los explotadores manipulan sus ciclos manteniéndoles las 24 horas del día con la luz encendida, haciendo así que coman más de lo que harían normalmente. La alimentación está especialmente formulada para conseguir que engorden lo más rápido posible, a pesar de que ello les suponga graves problemas de salud, tanto en órganos como el hígado como en las articulaciones debido al excesivo peso que tienen que soportar. Es habitual encontrar un gran porcentaje de aves que apenas pueden caminar. Cuando determinen que es el momento de enviarlas al matadero, los trabajadores las cogerán por sus patas, y las meterán en cajones metálicos. Este proceso suele resultar en aves con extremidades dislocadas, huesos rotos, hematomas, etc.
Una vez llegan al matadero, el cual suele funcionar a un ritmo de matanza de 180 aves por minuto, los pollos son colgados boca abajo, colgándoles de los ganchos metálicos de una cadena en movimiento que les llevará a una cubeta de aturdimiento, donde les sumergirán la cabeza en una corriente de agua electrificada. Esta corriente eléctrica inmobiliza a las aves -facilitando así su posterior degüelle- y supuestamente les deja inconscientes, aunque esto último depende de varios factores -principalmente el voltaje y amperaje de la corriente- y en realidad muchas veces siguen conscientes en el momento de ser degolladas. Una cuchilla automática les cortará el cuello, permaneciendo a continuación varios minutos desangrándose hasta morir.
Esta es la triste historia que, cada día, cientos de miles de animales tienen que padecer hasta que son convertidos en productos alimenticios. Es muy difícil describir lo que tienen que sufrir diariamente los millones de animales que están confinados y explotados por los seres humanos, sin embargo, es preciso que tratemos de ponernos en su lugar e imaginar lo que supone para ellos un modo de alimentación que les tiene por víctimas. Tenemos alternativas para alimentarnos sin necesidad de colaborar con el sufrimiento y la muerte de los animales.
Por justicia y solidaridad con el resto de animales con los que compartimos el planeta, hazte vegano / vegana.
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