Un texto que fue enviado al Congreso Anarquista de México y que no fue difundido


Saludos al Primer Congreso Anarquista de México. Nos presentamos como individuos que, al compartir las inquietudes que abajo les explicamos, nos hemos dado cuenta de que éstas son compartidas por compañerxs de otros lugares, implicadxs, al igual que nosotrxs en la lucha pública o abierta y también en la clandestina o insurreccional, siendo por esta razón que preferimos comunicarnos por escrito con el fin de salvaguardar nuestro anonimato, no por cobardía, sino por propia seguridad.

A continuación, el texto que nos gustaría leyesen íntegramente dentro (y no al final) de la sección que consideren más indicada en la sesión del sábado 30 de abril. Por ello su brevedad.

Un fraterno saludo.

Nos presentamos como individuos de diversos lugares del país implicadxs en distintos colectivos anarquistas y grupos de afinidad e iniciativas anarquistas insurreccionalistas que, por conservar nuestro anonimato y seguridad, les acercamos por escrito una percepción que hace tiempo estamos observando y padeciendo al vernos en ambos tipos de lucha.

Con el tiempo se está evidenciando una fractura entre estos dos tipos de lucha anarquista, pudiendo escuchar de algunos de los autodenominados insurreccionalistas a los no-insurreccionalistas que son reformistas, anarquistas de salón, fresas, burgueses, acomodados, populistas, que su lucha (actos públicos, publicaciones, charlas,…) realmente no son luchas. Mientras, los autodenominados anarquistas a secas tachan a los insurreccionalistas de violentos, inmaduros, cobardes, sin ideas elaboradas, justificando por ello la represión del Estado (siempre presente, tanto si hay acciones insurreccionales como si no) y subordinándolos a la auto-censura al no poder argumentar por conservar su anonimato.

En ocasiones se ha caído en la grave contradicción de argumentar que lxs insurrectxs han venido a “cagar nuestro movimiento anarquista”. ¿Cuál movimiento? ¿Movimiento de quien? ¿Quién tiene la patente del anarquismo en México?

Nosotrxs a su vez creemos que la crítica es muy valida y necesaria para que la lucha avance en un sentido objetivo, pero entre la critica y la criminalización, la marginalización o el señalamiento hay una diferencia abismal.

Se contempla pues, en ambos, una actitud autoritaria de vanguardia ideológica capaz de juzgar, incluso públicamente, qué y quiénes son o no anarquistas, una apropiación del movimiento, convertido en objeto de propiedad y reivindicación por sus autorxs y el objetivo de reforzar unas siglas, una imagen, un ego; una sutil exigencia de posicionarte conmigo o con lxs otrxs, reduciéndolo todo a 2 elecciones que parecen imponerse en el imaginario colectivo; la marginación y desprecio directo e indirecto hacia quienes son del “otro bando”.

Como consecuencias vemos que se corrompe la lucha en divisiones y enfrentamientos absurdos, continuos chismes en internet y de boca en boca, falsa solidaridad e hipocresía entre compañerxs, innumerables colectivos de distinto nombre pero formados por las mismas personas, que suelen ser un grupo muy reducido o incluso individuos, un gran sentido de competencia y tanto entre colectivos como entre grupos de acción, publicaciones y reivindicaciones de gran prepotencia, la prevalencia de problemas personales por encima de las acciones, egocentrismos, surgimientos de vanguardias libertarias que creen poseer la verdad… Es decir, debilitamiento de un movimiento anarquista que más parece estar estático y de una lucha más ficticia que real, impidiendo pues su efectividad.

Como alternativa, proponemos acabar con el posicionamiento irracional; contemplar la lucha insurreccional y la pública como parte de un todo, tal y como ha sido siempre (¿no es hipócrita idolatrar a Magón, Zapata o Praxedis Guerrero y luego criminalizar a los insurreccionalistas de hoy día? ¿no es hipócrita criticar las manifestaciones, concentraciones, charlas y talleres a través de los cuales nos conocemos y nos introdujimos en la lucha?); reconocer las diversas trincheras, las cuales necesitan estar en contacto, coordinadas; ver al “otro” como un “nosotros”, integrándonos como compañerxs, no como enemigos internos, dejar de andar acusando arbitrariamente de infiltradxs y policías a cualquiera que tenga un discurso firme; sacar publicaciones y material que no sean única y estrictamente sociales o insurrecionales, sino mezclar sus aportaciones, pudiendo ver ambos aportes conjuntamente; ser conscientes del vínculo común y su importancia; hacer de la fraternidad algo vivencial y Constructivo, más allá de un mero concepto teórico.

Y si todo esto no nos convence o creemos que debe ser el otro bando quienes deban dar el primer paso, tal vez tengamos que debatir directamente y sin hipocresía lo que ya advertían unxs compañerxs: ¿somos compañerxs o no somos compañerxs? ¿Estamos contra el estado o no lo estamos? Contra el poder y por la construcción-destrucción no debe de haber mediación. ¿Deben la lucha pública, abierta y social y la clandestina, insurreccionalista y de acción directa ir por caminos separados e independientes? Nosotrxs, por supuesto, no lo creemos.

Algun@s individu@s Anarquistas Revolucionari@s Insurreccionales

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