LIBERACIÓN TOTAL … Contra toda forma de Dominación y en Defensa de la Tierra

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La manada despide al cuerpo del felino que partió, pero saca las garras para defender su memoria

por Centro Social Okupado y Biblioteca Sacco y Vanzetti :: 28.05.09

guerrerxsEl viernes 22 de mayo queda suspendido en la memoria.

Se detuvo el día cuando en los noticieros aparece la foto de nuestro hermano Mauri. Resultó ser él quien moría producto de la detonación inesperada del artefacto explosivo que portaba. Atacaría la escuela de Gendarmería, carceleros que hacen de la tortura un trabajo.

Eran cerca de las tres de la tarde cuando a nuestro hogar llegan los carros de la prensa, deseosos de obtener alguna imagen, ojala una lágrima de dolor o la condena pública. En ese mismo instante son allanadas dos casas más del barrio, “Cueto con Andes” y la Okupación “La Idea”. En esta última el operativo es dantesco. Un grupo de asalto, francotiradores, helicópteros, todos los juguetes nuevos para el show en pleno centro de santiago.

La casa es destruida y lxs compañerxs son detenidxs, trasladándolxs a una unidad de la policía de investigaciones. Son filmadxs, desnudadxs y amenazadxs. Si no cooperan con la investigación, les harán ver las fotografías del estado en el que quedó el cuerpo de nuestro hermano.
Entendemos esto solo como una técnica más de la morbosidad del poder, no nos sorprende ni lo lamentamos, solo reafirma nuestro más profundo desprecio hacia ellos.

La policía, en su afán de obtener resultados, ingresa a la casa un recipiente con pólvora. Continúa el circo.
No queremos apelar al montaje como defensa política, pero lo innegable, lo real y ajeno a toda discusión es que técnicamente la pólvora fue introducida por la policía. Es tal el nerviosismo por parte de los guardianes del poder, que pese a ese hecho (que jurídicamente es detención automática) lxs compañerxs son liberadxs con el paso de las horas, tres de ellxs (argentinxs) quedan con firma diaria, su permanencia en el país depende exclusivamente del ánimo de los fiscales.

Paralelo a ello, en medio de toda tensión, la policía cierra nuestra calle con huinchas de seguridad, se acordona el área y se parapetan en los alrededores. El allanamiento a nuestro hogar era inminente.

Con el pecho hinchado, el rostro cubierto nos pusimos en guardia…

Decididxs a hacerle frente a la represión, nos amotinamos, asumiendo que quizás, lo que podíamos hacer era simplemente un gesto. Nuestro discurso de años cobró sentido sin dudarlo, los espacios se defienden, no se ceden, no se abandonan, asumiendo todas las consecuencias que de nuestro acto se pudieran provocar.

Aquí queremos detenernos un momento, es importante reflexionar sobre lo de hacer frente a la represión o no, sobre como hacerlo. La vida corre vertiginosamente, con una urgencia por tomar posiciones, es fácil a veces sucumbir ante la vorágine y no medir con el suficiente peso los obstáculos a los que nos vemos enfrentadxs a diario. La convicción con la que nos enfrentamos ese día, lo teníamos claro, no impediría ni por un momento el ingreso de las fuerzas represivas, pero ¿que estaba realmente en juego?, nada más que nuestra moralidad, nada más que el peso real de nuestras posiciones ante el mundo, el cómo nosotrxs enfrentáramos ese momento, también determinaría la respuesta de lxs compañerxs afuera.

La opción más sensata, desde la racionalidad impuesta, que no tiene ni principios ni moral más que la comodidad y el temor, era abandonar la casa, poner a resguardo nuestra integridad, nuestra “libertad”, nuestras vidas, pero no lo hicimos. Si Mauri hubiese tomado aquel camino, si se hubiese dejado seducir por la vida cómoda del capital, hoy estaría vivo, divirtiéndose, en éxtasis con las efímeras felicidades que se ofertan. Pero está muerto. Murió en guerra con lo existente, optó por el camino más difícil, hizo de cada parte de su vida un combate.

Hay que entender que ninguna acción en sí misma genera la caída del capital, ni parapetarse en un techo, ni parar una biblioteca, ni portar una carga en la mochila, eso no está en cuestión. Es el sentido que motiva las acciones lo que genera una ruptura con la sociedad sustentada en la explotación y el poder. No vivimos esperando un futuro ideal en donde poder concretar nuestros sueños y anhelos. Aquí y ahora, en cada pequeño o espectacular acto de revuelta recuperamos nuestras vidas. Lo irónico es que las recuperamos aún cuando se nos vaya la vida en ello.

Mientras todo este análisis se condensaba en nuestras cabezas, que a esa hora ardían, compañerxs solidarixs, nos apoyan desde afuera. Nos envían fuerza y se enfrentan a la policía y a la prensa, registrándose los primeros detenidos. En apoyo a los voceros del poder, carabineros interviene, lanzan gases y agua tóxica. Entre lxs compañerxs les hacemos frente, pese a ello, logran dispersar a lxs solidarixs quedando solo la policía en el sector.

Cae la noche, los guardianes del capital y sus voceros se alejan…

Lxs compañerxs se acercan a la casa, tomándose la calle. Por primera vez en el día podemos estar todxs juntxs, podemos conversar y sentir las manos de nuestrxs cómplices. Emocionadxs vemos desde el techo a la gran cantidad de hermanxs que nos hacían compañía, sentíamos su presencia con mucho afecto. Es ahí donde recién algunos son concientes de la partida de nuestro hermano Mauri, algunxs lloran, se abrazan y nos gritan algo que todos pudimos sentir sin dudar “NO ESTAN SOLXS” y no, no nos sentíamos solxs.

Avanza la noche, el frío cala los huesos, se colectiviza comida, se prenden las primeras fogatas y se escucha la música que a Mauri más le gustaba. Nos traen alimentos. A esa altura las paredes del barrio son rayadas con consignas de apoyo a nuestro hermano.

De improviso nos avisan del arribo de comitivas policíacas. Nuestrxs hermanxs de afuera, deciden no esperar, se inician las barricadas. Juran no abandonarnos, cumplen su promesa a cabalidad. Gritamos por Mauri todxs juntxs, hacemos del profundo dolor que nos destroza, una llamarada contra la autoridad. El fuego se expande por el barrio.

Nuestros ojos no alcanzan a dimensionar lo que ocurre allá afuera, solo escuchamos los gritos, el ruido del enfrentamiento y olemos el humo.

La policía lanza su carga de gas y agua, aún así no decide atacar directamente a la casa, ni a nosotrxs que desgarrábamos nuestra voz gritando, con la piel helada, con los ojos hinchados. La brisa nocturna da cuenta de la cantidad de horas que llevamos en tensión, el cuerpo pesa como una mochila gigante.

Con el paso de los días podemos analizar que carabineros decidió no entrar a nuestro hogar, no reventarlo y destrozarlo como a las otras casas, solo como una jugada estratégica… nos guardan quizá para algo mayor.

Pero la decisión de no atacarnos abiertamente a nosotrxs, no se hizo extensiva a nuestros compañerxs que solidarizaban afuera. Sobre ellxs cargaron con todo. La bestia policial quería sangre y utilizó a su haber todo lo posible, aún así nuestrxs hermanxs no se amedrentaron, a pesar de la diferencia numérica, se hicieron sentir en todo el barrio, levantando barricadas, cruzando autos en las calles, desatando su furia.

El cerco policial es superado con la estrategia de dividirse, expandiendo así la revuelta. Se atacan instituciones del capital, mientras el barrio recibe la odiosa presencia de las distintas policías.

Para la cacería de nuestrxs compañerxs no escatiman esfuerzos, golpes, atropellos y disparos, nada faltó… contabilizándose más de una decena de detenidxs, cuyos rostros rebelaban la dureza del operativo. A todxs ellxs, un abrazo fraterno, un sincero saludo por la entrega, por el apoyo dado y la fuerza enviada. Nos será imposible olvidar todos los ojos que se encendieron al clamor de las fogatas y barricadas, como tampoco se apaga en nuestra memoria el ruido de los gritos de apoyo. Mauri estaba con nosotrxs, corriendo y riendo entre todxs esa noche, a ratos abajo en la calle, levantando barricadas o desde el techo con el corazón en llamas, en esa eterna noche que aún permanece incandescente en la memoria.

Durante la madrugada, carabineros intenta ingresar por casas y edificios vecinos, al no poder concretarlo, personal de la SIP fotografía nuestro hogar, desde distintos ángulos.

Los primeros rayos del sol, nos permiten observar el estado en el que quedan los alrededores de la casa. Vivimos una mañana que no creímos que llegaría… al abrir nuestro hogar pudimos compartir con lxs hermanxs que aún nos hacen compañía, todavía afuera ardían las fogatas.

La despedida del cuerpo del compañero Mauri… solo de su cuerpo

La despedida del compañero anarquista (o “aspirante a anarquista”, como burlonamente le gustaba definirse) fue numerosa y emotivamente combativa.
Centenares de encapuchadxs vestidxs de negro copaban las calles. La policía a distancia nos vigilaba sin dar tregua, desde cerros lejanos nos filmaban y apuntaban con armamento de guerra.

Salimos en marcha desde casa de Mauri hacia el cementerio. Los buses contratados sucumbieron ante el miedo. La madre y el hermano de Mauri se comportaron innegablemente a la altura de las circunstancias, caminaron con todxs nosotrxs, el cansancio y el dolor no contaba en ese momento.

A pesar del dispositivo desplegado con la finalidad de amedrentar, nosotrxs y lxs compañerxs enfrentamos decididos ese momento. Queremos despedir con honor el cuerpo de un guerrero, pero asumiendo que lo que se ha ido es solo un cuerpo, solo carne inerte, su energía, su fuerza creadora y destructiva, hoy se mezcla con nosotrxs de mil formas más.

Durante la despedida, hubo gente que tomó la palabra, algunos leyeron poemas y despedidas íntimas y hubo otrxs, que con el eterno afán de figurar y sacar partido de un duro momento, alzaron su voz solo para cortar el silencio con incoherencias, con supuestos pensamientos de Mauri, que solo son tergiversación de sus ideas, que nada tienen que ver con lo que el compañero pensaba y hacía y por lo que finalmente murió.

Esto se hace extensivo a saludos y comunicados que se difunden por Internet, en donde más se hace alusión a proselitismo político que a las ideas que nuestro compañero empuñó.

Aquí hay que ser claros, no dejar espacio a la duda, Mauri era un antisocial, se puede estar de acuerdo o no, criticarlo o apoyarlo, pero siempre teniendo como perspectiva las ideas de él y no lo que creemos que pensaba o lo que se dice que pensaba, solo así se respeta a un compañero y tiene allí completo sentido su muerte.

El compañero entendía esta sociedad y cualquiera que se pretendiera construir como la materialización del poder, como la negación de la afinidad y la libre asociación, como la anulación de la autonomía individual. Pretendía la destrucción de la civilización y la vuelta a la vida salvaje. Se definía vegano y regía su vida bajo principios de la liberación animal, siempre desde un carácter revolucionario y no compasivo. Odiaba a muerte las posiciones plataformistas y amarillas, a los bomberos de la revuelta y a quienes creían en un etapismo en la lucha contra el capital.

La lucha no la centraba en una falsa afinidad con otrx explotadx, serían sus sentidos, acciones y complicidades los que generarían la hermanación y la afinidad.

Que el dolor no apague la rabia, que inflame todo germen de autoridad

Ese era, ese es nuestro compañero, nuestro hermano y no aceptaremos más barro sobre sus ideas, sus gestos y vida. Con él compartimos odios, rabias, encuentros y desencuentros, es nuestro hermano, no una consigna, no un rostro frío tras el parte policial, es vida aún ahora, no aceptamos su muerte, nos rebelamos a ello aún a costa de la estabilidad emocional.
Mauri está aquí, dándonos fuerza en esta dura batalla, que tantas veces creímos lejana.

Han pasado los días y la tensión permanente no nos ha dado un momento de intimidad para llorarlo como se merece, tenemos sobre nosotrxs el peso constante de ser allanadxs, detenidxs, torturadxs, aplastadxs bajo sentencias que solo buscan secarnos en la cárcel o en la soledad del deserción de la guerra.

El dolor nos parte el corazón como un latigazo de hielo pero aquello no puede inmovilizarnos, eso buscan, con ello habrán ganado, nos habrán vencido. La muerte golpea y abraza nuestra realidad, a ratos desarma nuestros proyectos y desestabiliza nuestros pasos pero a la vez y en una dimensión esquizofrénica, nos da fuerza, nos obliga a levantar la cabeza para no traicionar a nuestro hermano, para no traicionarnos a nosotrxs mismxs. La lealtad a nosotrxs y a él, aún a costa de nuestra armonía espiritual.

La locura nos saluda desde el precipicio, la cárcel nos espera ansiosa, la muerte se ha llevado a un felino de nuestra manada y la comodidad hace rato camina de la mano de muchxs que creímos con nosotrxs. Todos esos caminos inflaman nuestro desprecio y a la par iluminan la senda insurreccional que elegimos, sí, léanlo bien, así nos definimos.

Mauri nos habló hace días sobre despertar al guerrero que vivía en él, eso, creemos, es lo que debemos hacer todxs, apegadxs cada uno a sus propias convicciones y acciones, pero hacerlo, no dejarse avasallar, ni por el llanto, ni el dolor, ni la rabia, ni los enemigos de mil colores posibles.

Solidarizamos con los detenidxs que ya se registran y con lxs que prontamente engrosarán las listas de prisionerxs, de rehenes del estado y el capital.

Enviamos un saludo fraterno y cómplice a nuestro hermano secuestrado en las mazmorras del poder, que hace años juró estar con nosotrxs, codo a codo enfrentando un momento como este: estuviste, no te olvidamos. Axel Osorio tú también estás aquí, al parecer pronto algunos podremos por fin abrazarte….

Compañerxs: a estar atentos y no bajar la guardia. la guerra social esta desatada y exige nuestro mejor desempeño.

“Y mis acciones al dormir se encaminan en que mañana al despertar, romperé con la rutina y en la acción individual con el pecho como piedra, hinchado por la destrucción de ésta y de cualquier sociedad…
Hazme un favor: procura que viva la anarquía”.

Mauricio Morales

Centro Social Okupado “allanable” y Biblioteca Sacco y Vanzetti
Santiago. Chile
Mayo de 2009


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